120 Los MILAGROS DE JESÚS nacimiento de su queja, y a la vez la autoridad de Jesús le da fuerza para liberarse de la opresión del grupo, dándole unas referencias distintas que le permitan soportar un cierto grado de discrepancia con el grupo. Porque la curación de este hombre no supone que ahora acepte las clasificaciones sociales, sino que tiene otro marco de referencia -frente a la anterior au- sencia de cualquier marco-. La enseñanza y el grupo de Jesús son ese nue- vo y liberador marco de referencia con el que es enviado a enfrentarse con los problemas: es enviado a lo cotidiano, a su casa. Jesús no le permite que se quede con él, haciéndole dependiente de su persona y de su poder, sino que le envía a hacer su camino, siendo, a su vez, portavoz de las posibili- dades abiertas por la buena noticia del Dios que ha descubierto con Jesús. El antiguo poseso posee ahora un marco de referencia nuevo desde el que moverse y situarse, y debe aplicarlo en la vida. El miedo en los que observaron el caso era una actitud normal ante quienes podían manejar los espíritus, pues se pensaba que lo mismo que los había expulsado podía dirigirlos contra otros, y en concreto, contra ellos. Pero quizá también se indica que existe miedo ante las consecuencias de lo que ha producido la curación, una nueva actitud y un nuevo orden que supondría cambios con consecuencias económicas, sociales y religio- sas, difíciles de aceptar por muchos de los que escuchaban. La discrepancia entre el mandato de "ir a su casa (a su grupo familiar) a contar lo que el Señor había hecho con él" (v. 19), y la acción del anti- guo poseso que comienza a "proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él" (v. 20), se entiende por la reelaboración del final del exorcismo primitivo que deja ver la situación de la comunidad que ha co- menzado su misión a los gentiles saltando barreras étnicas y ve, en la ac- tividad de Jesús, el reflejo de su actividad. La palabra poderosa y liberadora de Jesús y su poder están por encima de cualquier otro poder y división. La frontera, y el otro lado de la fronte- ra, ya no constituyen un peligro sino una posibilidad. La verdadera divi- sión no está entre el lado judío y el gentil, entre la parte pura e impura, si- no que la división se está dando entre lo que Jesús propone en Galilea y lo que las autoridades judías proponen e imponen en Jerusalén. Pero eso se- rá la continuación del Evangelio. De momento Jesús ha relativizado la frontera, ha mostrado, y lo seguirá haciendo, que ésta más que peligros e impureza abre posibilidades y que la salvación la ha cruzado. 4 EXORCISTAS Y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS Juan Chapa Facultad de Teología Universidad de Navarra I. LA TRADICIÓN BÍBLICA SOBRE EL EXORCISMO En los libros más antiguos del AT no se habla propiamente de posesiones y exorcismos, aunque no faltan referencias a la actividad de los espíritus ma- léficos ("de Dios": 1 S 16,14ss.; 18,10; 19,9) o de seres demoniacos (Is 13,21; 34,14), ni las burlas a los encantamientos y sortilegios de los pueblos vecinos (Is 47,9.12)'. Pero a partir del destierro, con toda probabilidad por influencia babilónica 2, toma fuerza la personificación de unos seres enemi- gos de Dios y se va difundiendo la convicción de que los ángeles malos y los demonios eran los causantes del dolor, de las angustias y de la muerte 3• Es por ello bastante probable que, a partir de esta época, se fueran extendiendo (si es que antes no estaban ya muy difundidas) algunas técnicas para hacer I La demonología del AT es de difícil sistematización. Para una visión de conjunto se puede ver J.K. Kümmerlin-McLean, "Demons", enABD II, 138-140 Y W. Foester, LlcdjJwv, en TWNTII, 10-12. Más bibliografía en O. Bocher, LlaLjJóvLOv, en DENTI, 815-825. 2 En Babilonia la tradición del exorcismo se remontaba a tiempos muy antiguos. Entre los babilonios magia y medicina iban juntos, no así la brujería, que estaba prohibida. De los innumerables espíritus malignos que poblaban la religión babilónica y que eran capa- ces de transformarse de mil maneras, se creía que algunos se esforzaban en hacer mal a los hombres. Por eso, parece que ya desde el segundo milenio antes de Cristo los exorcismos constituían, junto con la adivinación, parte esencial de la religión asirio-babilónica. No obstante, la mayor parte de los datos que tenemos hoy en día al respecto proviene del pri- mer milenio. Los exorcismos se utilizaban contra fuerzas maléficas, dioses irritados, de- monios y hechicerías, y servían también para librar a los enfermos de la carga de los ma- les físicos y psíquicos, o para propiciar el éxito social, la prosperidad o las relaciones amorosas. En casos graves se requería la intervención de un ashipu, un exorcista, que in- tervenía mediante complicados rituales (cf. K. Thraede, "Exorcismus", en RACVII [1969] 45-47 Y H. Limet, "Exorcismo", en Diccionario de las Religiones, Barcelona: Herder 1987, 595-596). 122 Los MTI..AGROS DE JESÚS frente a estos espíritus, semejantes a las usadas entre los egipcios o babilo- nios pero con elementos propios de la religión hebrea 4. Al menos así parece deducirse de las tradiciones en épocas cercanas al NT sobre Salomón, David, Noé o Abrahán, a quienes se les atribuía poderes sobre los espíritus del mal 5. Aunque no sabemos en qué momento se originó, en el siglo 1 existía una tradición popular según la cual Salomón había recibido de Dios el po- der de expulsar demonios. La obra que mejor lo atestigua y que presenta de manera más desarrollada la leyenda del rey sabio es El Testamento de Salomón (compuesta originalmente en griego por un cristiano del siglo ID d.C., pero a partir de una composición judía del siglo 1 d.C.) 6. Salomón es aquí retratado como alguien con poder sobre los demonios (y no tanto co- mo un exorcista), tal como queda reflejado en el título de la recensión B: "Testamento de Salomón, hijo de David, que reinó en Jerusalén, dominó y subyugó a todos los espíritus aéreos, terrestres y subterráneos". Sin em- bargo, de manera indirecta la obra ilustra profusamente aspectos relacio- nados con los exorcismos: recoge varias conversaciones entre Salomón y los demonios -sin que dé la impresión de que estos diálogos resultaran a los lectores algo extraño; más bien parece que reflejan lo que era normal en un exorcismo, como veremos que también sucede en las historias de Apolonio y de otros personajes 7_, y menciona el recurso a los amuletos, la cuestión clave en torno al conocimiento del nombre del espíritu maligno, el uso de pociones y nombres adecuados en los encantamientos empleados por un exorcista, etc. Es decir, el repertorio de elementos característicos a la hora de realizar un exorcismo. 3 W. Foester, o. C., 15. 4 La familiaridad de los judíos con prácticas de exorcismo babilónicas queda reflejada en Tb 3,8; 8,1-3. Se ha conjeturado también que las mujeres a las que se refiere Ezequiel en Ez 13,17-23 practicaban exorcismos (W.H. Brownlee, "Exorcising the Souls from Eze- kiel 13: 17-23", en JBL 69 [1950]367-373). 5 Para un tratamiento sistemático de estas tradiciones así como de muchas de las cues- tiones que se tratan en estas páginas ver G.H. Twelftree, Jesus the Exorcist. A Colltribution to the Study 01 the Historical Jesus, Tübingen: J.C.B. Mohr (Paul Siebeck) 1993; repr. Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers 1993. 6 Se trata de un escrito cuya preocupación principal es la de ofrecer a la humanidad los conocimientos convenientes sobre los demonios, sus actuaciones y el modo de combatir- los (cf. introducción de A. Piñero al Testamellto de Salomón, en /7.. Díez Macho [ed.], Apó- crifos del Antiguo Testamento, V, Madrid: Cristiandad 1987, 325-333). Ver también J.P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, IIII: Juan y JeslÍs. El reino de Dios, Estella: Verbo Divino 1997,482. 7 De todas formas, hay que tener en cuenta que resulta problemático determinar hasta qué punto estas narraciones pueden haber estado inspiradas en el NT. No hay acuerdo al respecto. I N セ @ EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 123 Pero la relación entre Salomón y su poder de expulsar demonios no se reduce a esa obra apócrifa. La fama de Salomón como exorcista segura- mente estuvo muy extendida. De hecho, Flavio Josefa la comparte y la confIrma con la historia de Eleazar, exorcista judío que libera a un hom- bre poseído por un demonio, utilizando para ello un anillo que tenía bajo su sello una de las raíces prescritas al respecto por Salomón: "[Salomón] compuso encantamientos para aliviar las enfermedades, y de- jó la manera de usar los exorcismos H セ ッ ー k キ 。 e キ カ I @ mediante los cuales se ale- jan los demonios para que no vuelvan jamás. Este método curativo se sigue usando mucho entre nosotros hasta el día de hoy; he visto a un hombre de mi misma patria, llamado Eleazar, librando endemoniados (i.ma ;:wv liaq.wví.wv la[lpavo[lÉvour;) en presencia de Vespasiano, sus hijos y sus capitanes y toda la multitud de sus soldados. La forma de curar fue la siguiente: acercó a las fo- sas nasales del endemoniado (liaL[lOvL(O[lÉVOu) un anillo que tenía en el sello una raíz de una de las clases mencionadas por Salomón, lo hizo aspirar y le sacó el demonio por la nariz. El hombre cayó inmediatamente al suelo, y él conjuró al demonio a que no volviera nunca más, mencionando a Salomón y recitando el encantamiento que había compuesto. Como Eleazar quería con- vencer y demostrar a los espectadores que poseía ese poder, puso a cierta dis- tancia una copa o una palangana llena de agua y ordenó al demonio que, al sa- lir del interior del hombre, la derramara, haciendo saber de este modo al público que había abandonado al hombre. Hecho esto, quedaban claramente expresadas las habilidades y la sabiduría de Salomón" 8. El pasaje muestra lo difundida que estaba la tradición sobre Salomón como alguien poderoso contra los espíritus del mal, y la existencia de per- sonas contemporáneas a Josefa que eran capaces de expulsar demonios en su nombre. Parece que estos métodos no eran ocasionales sino que, como atestigua el historiador judío, se seguían "usando mucho" en su tiempo y eran antiguos (la expresión "hasta el día de hoy" así lo sugiere)9. Pero, además de Salomón, también David (en menor medida) era con- siderado con poder sobre los demonios. Es igualmente Flavio Josefa quien lo atestigua. En Ant. 6,166-9, al volver a narrar la historia de Saúl de 1 S 16,14-23, indica que David echaba (emplea el verbo EXPá.UW) los demo- nios y los espíritus malignos con el arpa. Esta tradición viene confIrmada s AIlt. 8,46-9. Ver también D.C. Duling, "The Eleazar Miracle and Salomon's Magical Wisdom in FIavius Josephus's Antiquitates Judaicae 8.42-49", en HTR 78 (1985) 1-25; J.P. Meier, o. C., 542. 9 Es también ilustrativa la referencia de Flavio Josefa a las virtudes de la Barra (peo- nia), una planta que crecía en los alrededores de Maqueronte y que "con sólo acercarla en- seguida expulsa de los enfermos los llamados demonios, es decir, los espíritus de los hom- bres malvados que se introducen en los vivos y los matan" (Bell. lud. 7,185). Es difícil no imaginarse tras estas palabras antiguas tradiciones sobre conjuros para expulsar demonios. 124 Los MILAGROS DE JESÚS por un salmo hallado en Qurnrán (llQPs"). El texto muestra que la comu- nidad consideraba a David como alguien con habilidad para controlar de- monios, pues se dice de él que compuso cuatro canciones para los "gol- peados" por Satanás. En otro manuscrito (11 QPsAp") se contienen tres composiciones atribuidas a David, como conjuros contra los malos espíri- tus. En ellas se invocaba el tetragrarnma y se interpelaba a Belial y a los demonios a los que se quería neutralizar 10. El libro de las Antigüedades bí- blicas del Pseudo-Filón, obra que refleja de forma genérica la teología ju- día del siglo 1 d.C., contiene la misma idea, incluyendo el salmo con el que David ahuyentaba el mal espíritu que atormentaba a Saúl ll Como a Salomón y a David, también a Noé y a Abrahán se les atribu- yeron poderes sobre los demonios. Del primero lo refleja el Libro de los Jubileos (ca. 130 a.c.). Refiere cómo los demonios seducen a los hijos de Noé y, por la intercesión de éste, Dios deja sólo a algunos espíritus malig- nos en la tierra y ordena a los ángeles que le comuniquen a Noé su medi- cina para que los demonios no pudieran hacerles daño a sus hijos 12. De Abrahán tenemos el testimonio del Génesis Apócrifo hallado en Qurnrán (lQapGen), en el que se relata un ejemplo de exorcismo realizado por el patriarca. El faraón se queda con Sara como su mujer, y un espíritu malo se apodera de él y de toda su casa. Finalmente se entera de quién es Sara, la despide y suplica a Abrahán que rece por él y los suyos para expulsar al 10 Ver E. Puech, "IIQPsAp': Un Ritual D'Exorcismes. Essai de Reconstruction", en RQ 14 (1990) 377-408; W. Kirchschlager, "Exorcismus in Qumran?", en Kairos 18 (1976) 135- 153; J.P. Meier, o. C., 481-2 con notas 22-24. 11 Ant. Mbl. 60,1-3 (A. De la Fuente Adánez [trad.], en A. Díez Macho [ed.], Apócrifos del Antiguo Testamento, JI, Madrid: Cristiandad 1983, 309). Ver también las matizaciones de J.P. Meier, o. C., 481 Y n. 20. 12 10,1-13: "En el tercer septenario de este jubileo comenzaron los demonios impuros a seducir a los nietos de Noé, haciéndolos enloquecer y perderse. Se llegaron los hijos a su padre, Noé, y le hablaron de los demonios que seducían, extraviaban y mataban a sus nie- tos. Oró así Noé ante el Señor, su dios: 'Dios de los espíritus que están en toda carne, que tuviste misericordia de mí, me salvaste con mis hijos de las aguas del diluvio (... ). A estos espíritus que están ahora en vida enciérralos también y sujétalos en lugar de suplicio; no destruyan a los hijos de tu siervo, Dios mío, pues son perversos y para destruir fueron crea- dos' (... ). Entonces el Señor, nuestro Dios, nos ordenó apresar a todos. Pero llegó Maste- ma, príncipe de los espíritus (... ). Ordenó Dios entonces que quedara con Mastema una dé- cima parte, y que las otras nueve descendieran al lugar de suplicio. A uno de nosotros dijo que enseñáramos a Noé toda su medicina ( ... ). Y comunicamos a Noé los remedios de las enfermedades, juntamente con sus engaños, para que curase con las plantas de la tierra. Noé escribió todo como se lo enseñamos en un libro, con todas las clases de medicina, y los malos espíritus quedaron sin acceso a los hijos de Noé" (trad. F. Corriente - A. Piñero, en A. Díez Macho [ed.], Apócrifos del Antiguo Testamento, JI, Madrid: Cristiandad 1983, 107-108). EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 125 espíritu. Abrahán rezó, puso sus manos en la cabeza del faraón y el espíri- tu maligno se fue del faraón y vivió 13. A estas tradiciones podemos añadir otros testimonios de este mismo pe- riodo que muestran la extensión del uso de conjuros contra espíritus ma- lignos. Además de los ya mencionados con relación a David, otros textos encontrados en Qurnrán reflejan que el recurso a esas fórmulas no debía de ser excepcional 14. Así se desprende de los Cánticos del Sabio (4Q51O- 511), una colección de cánticos destinada a alabar a Dios y a expulsar a los malos espíritus, y de los Conjuros contra los demonios (4Q460), frag- mento arameo con lo que parece que son fórmulas para protegerse contra los malos espíritus. Cabe también mencionar 4Q242, la Oración de Nabó- nido, narración sapiencial y apologética escrita en arameo sobre los años pasados por el rey Nabónido en Teimán (leyenda relacionada con Dn 4) 15, en la que se cuenta que el rey enferma y es curado por un 1iJ. Algunos tra- ducen este término como "exorcista", pero hay quienes propugnan que de- be traducirse simplemente como "adivino" 16. En definitiva, es posible afirmar que entre algunos judíos que vivieron en un tiempo cercano a Jesús había tradiciones que reconocían en grandes fi- guras del pueblo hebreo el poder de expulsar demonios. Si existían estas tra- diciones, era sin duda porque de alguna manera se recurría a estos pesona- jes para expulsar o evitar a los malos espíritus. Por eso, resulta bastante plausible pensar que los exorcismos, en sus diversos tipos, no eran algo ex- traordinario. Así parece deducirse de los testimonios de Qurnrán y Ant. 8,46- 9. Con todo, también es cierto que, fuera de la referencia que nos da Josefo sobre Eleazar, no tenemos datos extrabíblicos sobre exorcismos realizados por personas concretas en la Palestina del siglo 1. Es probable que en buena 13 Col. XX,9-29: "La vio y se maravilló de toda su belleza y la tomó para sí como mu- jer. Intentó matarme, pero Sara dijo al rey: 'Es mi hermano', para que yo pudiera benefi- ciarme a cuenta suya. Yo, Abrahán, fui perdonado por su causa. Lloré yo, Abrahán, aque- lla noche (oo.). Esa noche recé, supliqué, imploré (Oo.). Esa noche, le envió Dios Altísimo un espíritu castigador, para afligirlo a él y a todos los miembros de su casa. Y no pudo acer- cársele (oo.). Y mandó llamar a todos [los sabios] de Egipto, y a todos los magos, junto con todos los curanderos de Egipto, por ver si podían sanarlo de aquella plaga [a él] y a los miembros de su casa (Oo.). Yo recé por [Oo.] e impuse mis manos sobre su cabeza. La plaga fue removida de él; fue expulsado [de él el espíritu] maligno y vivió" (F. García Martínez [ed. lit.], Textos de Qunnán, Madrid: Trotta 41993,283-4). 14 F. García Martínez, "Textos de Qurmán", en G. Aranda Pérez, F. García Martínez, M. Pérez Femández, Literatura judía intertestamellfaria (Introducción al estudio de la Biblia 9), Estella: Verbo Divino 1996, 185-7. 15 Ibíd., 169-70. 16 G H. Twelftree, o. C., 17-8; J.P. Meier, Unjudío marginal. Nueva visión del Jesús his- tórico, IIJ2: Los milagros, Estella: Verbo Divino 2000, 682. 126 Los MILAGROS DE JESÚS parte pesase la estrecha relación entre exorcismo y magia, esta última prohi- bida para los judíos. De todas formas, será útil acudir a lo que otras fuentes (aunque sean escasas y en su mayor parte posteriores al siglo 1) nos dicen sobre exorcismos y exorcistas en el mundo mediterráneo. Esos testimonios podrán ilustrar los datos que nos transmiten los evangelios sobre Jesús co- mo exorcista y los exorcismos que él realizó, así como las referencias a los exorcistas judíos de Mt 12,27/Lc 11,19 ("Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, vuestros hijos ¿por quién los expulsan?") o al exorcista desco- nocido de Mc 9,38-39/Lc 9,49-50 ("Maestro, hemos visto a uno que expul- saba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros"). En primer lugar presentaremos los testimonios existentes sobre exorcistas, y a continuación los ritos empleados en los exorcismos. n. EXORCISTAS Como observación previa, conviene precisar que el primer testimonio que conservamos de la palabra "exorcista" H e セ o ー k l o t セ エ [ [ I @ en la literatura griega aparece precisamente en Hch 19,13. Aunque el término está tam- bién atestiguado en autores no cristianos cercanos en el tiempo a las obras del NT, nunca fue un vocablo corriente, ni siquiera entre escritores cristia- nos de lengua griega 17. Deriva del verbo e セ o ー k ャ H w L @ que en un principio sig- nificó "jurar", pero que pasó a utilizarse también como "conjurar" 18. De la misma manera, e セ ᅮ ー k w 。 ャ エ [ [ @ y e セ o p k l o i ャ ᅮ エ [ [ L @ "toma de juramento", se emplea- ron posteriormente en el sentido actual de "exorcismo". Si bien no hay datos fehacientes de que en tiempos de Jesús existiera la "profesión" específica de exorcista, hay indicios que sugieren que la activi- dad de "conjurar demonios" no debía de ser extraña y que, como se verá, los "magos" la practicaban. La tradición babilónica sobre los exorcismos 19 (sin duda lejana, pero que debió de ser conocida por los judíos en y después 17 Se encuentra en un epigrama atribuido a Luciano y en Claudius Ptolemaeus (s. II d.C.), Apotelesmatica 4,4,11. Con todo, es un ténnino que en griego es muy poco utiliza- do por autores cristianos (cuatro veces en toda la patrología griega, sin contar los comen- tarios a los textos de Hechos), pero frecuente en autores latinos (cristianos). 18 Se entiende por "conjurar" el empeñar a uno mediante juramento a hacer alguna co- sa. El sentido de conjurar puede estar ya presente en la versión griega del AT con el verbo ÓpKl(W (1 R 22,16; 2 Cro 18,15; Ct 2,7), mientras que e セ o ー k ャ H w @ sólo aparece como hacer jurar (Gn 24,3). En el NT ÓpKl(W aparece en Mc 5,7 y Hch 19,13 en el sentido de conju- rar en relación al demonio y e セ o ー k ャ H w @ como hacer jurar (Mt 26,63). El uso de e セ o ー k ャ H w @ co- mo "conjurar" (pero no en relación con expulsión de demonios) está atestiguado en los pa- piros griegos del siglo 1 a.C. (BGU 4,1141). No hay testimonios de su uso en prácticas mágicas hasta fechas posteriores. Sobre estos ténninos ver J. Schneider, 'E(opKÍ(w (É(opKLonÍl;), en TWNT V, 465-466. EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 127 del destierro) y los datos que tenemos relativos a personas que realizaron al- guna clase de conjuros contra espíritus malignos en un periodo de tiempo cercano al que nos ocupa apuntan a pensar que la práctica del exorcismo (en sentido amplio y no sólo como expulsión de un demonio de una persona po- seída por éste) debía de estar extendida en el mundo mediterráneo del siglo 1, Palestina incluida. Los datos que así parecen indicarlo son los siguientes: l. Sacerdotes, filósofos, curanderos itinerantes Dada la estrecha relación entre lo natural y lo sobrenatural, especial- mente en el ámbito de la salud y de la enfermedad, y la relación entre en- fermedad y espíritus maléficos, es difícil marcar una línea clara de sepa- ración entre taumaturgo, mago y exorcista 20. Por eso no es de extrañar que desde la más remota antigüedad hubiera sacerdotes con poderes de exor- cistas y curanderos vinculados a los templos de dioses salutíferos 21. Pero seguramente no eran los templos los únicos lugares en los que se podía en- contrar a los taumaturgos-exorcistas. Algunos textos muestran que existían sacerdotes peripatéticos, que no estaban vinculados a un santuario o a un lugar y que poseían cierto control sobre los seres espirituales. Así se en- cuentra en un texto de Platón: "Sacerdotes mendicantes y adivinos llegan a las puertas del hombre rico con una historia del poder que ellos tienen por un don del cielo para reparar por cualquier ofensa que él o sus antepasados hayan cometido con encanta- mientos y sacrificios, acompañados de buena gana con un banquete. Si él de- sea hacer daño a un enemigo, puede, a poco precio, hacerle daño con igual fa- cilidad, independientemente de que él sea un hombre honesto o no, por medio de ciertas invocaciones y conjuros que, como ellos manifiestan, prevalecen so- bre los dioses para hacer su petición""". Estamos, pues, ante un caso de sacerdotes mendicantes que ofrecían sus servicios a domicilio realizando también conjuros para hacer daño a 19 Ver arriba n. 2. 20 En este sentido, la obra de L. Gil, Therapeia. La medicina popular en e/mundo clá- sico, Madrid: Guadarrama 1969 (especialmente pp. 249-280), muestra cómo desde muy antiguo toda clase de enfennedad podía concebirse como castigo de un demon trascenden- te a ella, o como asentamiento en una comunidad o en un individuo de un demon encama- ción suya, y lo muy extendida que estaba entre las clases populares esta mentalidad. La obra clásica es O. Weinreich, Antike HeillllzgslVunder, Giessen: Topelmann 1909. Ver tam- bién más recientemente el estudio de J.Z. Smith, "Towards Interpreting Demonic Powers in Hellenistic and Roman Antiquity", en ANRW II.16.1 (1978) 425-439. 21 J. Leipoldt - W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, vol. 1: Estudio histó- rico-cultural, Madrid: Cristiandad 1973, 76-80. '2 Rep. 364b-364c. Cf. G.H. Twelftree, o. c., 27-30. 128 Los MILAGROS DE JESÚS otras personas. Aunque carecemos de evidencia al respecto, pudiera ser que en su repertorio se incluyeran los exorcismos. En cualquier caso, el texto atestigua la antigüedad de sacerdotes itinerantes, distintos de los es- tablecidos en los santuarios. En la misma línea cabe mencionar también a los taumaturgos cínicos, a cuya presencia quizá estuvieran acostumbrados los habitantes del mundo mediterráneo en tiempos de Jesús. El fundador de la escuela cínica había si- do Antístenes de Atenas (ca. 455-ca. 360 a.c.), discípulo de Sócrates. Según afIrma Diógenes Laercio (siglo III d.C.) en su Vitae philosophorum, los que seguían esta doctrina habían dejado la lógica y la física y se habían concen- trado en la ética y en especial en la virtud 23. Este autor incluye entre los cí- nicos a Menedemo (siglo III a.c.), fIlósofo de Asia Menor, que tenía fama de hacer cosas asombrosas (rEpa:rELu), entre las que se le atribuía el conoci- miento de los pecados de la gente. Por eso se piensa que durante el periodo helenista, y después en época romana, otros cínicos podrían haber estado do- tados de poderes semejantes a los suyos. Sin embargo, es discutida la pre- sencia del cinismo en la Palestina del siglo P. Diógenes Laercio habla de dos cínicos de los alrededores de Galilea: Menipo de Gadara (primera mitad del siglo III a.c.) y Meleagro de Gadara (primera mitad del siglo I a.c.), que recibió la influencia del primero, y creció y fue educado en Tiro. Por su par- te, Luciano de Samosata (s. n d.C.), además de testimoniar las prácticas de un exorcista sirio que venía de Palestina 25, refIere la existencia de Peregrino (ca. lOO-ca. 165 d.C.), cínico de Misia (Asia Menor) que se exilió a Palesti- na y allí pasó un tiempo con cristianos hasta que fue expulsado 26. Y Eusebio 23 "Sostienen que hay que vivir frugalmente, comiendo comida sólo para nutrirse y lle- vando un sencillo vestido. Ellos desprecian la riqueza, la fama y la nobleza de nacimiento. Algunos son siempre vegetarianos y sólo beben agua fría y se contentan con cualquier cla- se de refugio y baños" (Diógenes Laercio, Vit. philos. 6,104). De todas formas, la opinión que Diógenes tenía de ellos no era en absoluto positiva, pues los calificaba de "charlatanes que en las plazas públicas ostentan sus artes más abominables y hacen su agosto" (3,50). 24 Autores que defienden la presencia de filósofos cínicos en Palestina y su relación con la enseñanza de Jesús son EG. Downing, "Cynics and Christians", en NTS 30 (1984) 584; Jeslls and the Threat 01 Freedom, London: SCM 1987; B.L. Mack, A Myth olInnocence: Mark and Christian Origins, Philadelphia: Fortress 1988; The Lost Gospel: The Book 01 Q and Christian Origins, San Francisco: Harper 1993. Otra información en G.H. Twelftree, o. C., 28-30. 25 Philops. 16 (ver más abajo nota 62). 26 "Cuando el asunto [la acusación de haber estrangulado a su padre] se extendió, se exilió y estuvo errando de un país a otro. Fue entonces cuando supo del asombroso cuento de los cristianos, al entrar en contacto con sus sacerdotes y escribas en Palestina. (... ) [Lle- gó a ser] profeta, maestro de culto, cabeza de la sinagoga y todo lo demás, todo en su per- sona. Interpretó y explicó algunos de sus libros e incluso llegó a componer muchos, y le adoraron como dios, le hicieron legislador, y le convirtieron en su protector, una cosa des- 1 EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 129 de Cesarea ofrece algunos pasajes de la obra de otro cínico de la región, Enomao de Gadara (siglo n d.C.)27. Pero de estos datos sólo se puede afIr- mar que en Palestina propiamente dicha únicamente desarrolló su actividad un cínico itinerante llamado Peregrino, casi 100 años después del tiempo de Jesús. Con todo, tampoco se puede descartar la posibilidad de que fIlósofos cínicos itinerantes recorrieran las ciudades y aldeas de esta región durante el siglo I. Lo que no parece por el momento posible es determinar si fueron co- nocidos por tener ciertos poderes sobre los espíritus ni que realizaran cura- ciones o exorcismos. Pero, con independencia de los sacerdotes y de otros sabios itinerantes con poderes curativos, parece que los casos de posesión eran tratados por los "magos" (si es que podemos distinguir con claridad entre sacerdotes, curanderos y magos)2s. En este sentido es ilustrativo el testimonio de Plu- tarco en sus Quaestiones conviva les (Charlas de sobremesa) (MOl: 706E), escritas a fInales del siglo 1 d.C. o principios del siglo n, que refIere, a modo de comparación y como algo bien conocido, el hecho de que los magos (lleXYOl) hacen repetir' E<jJÉOlU YPeXIlIlU-ru, fórmulas mágicas, a los X u ャ ャ ャ ッ v ャ H o i ャ カ ッ オ セ @ (el mismo término que emplea el NT y Josefa en el rela- to de Eleazar para referirse a los poseídos por el demonio) contra ellos mismos. Las "letras efesias" eran palabras cuya derivación les resultaba ya enigmática a los antiguos y que en su origen estaban vinculadas a la diosa Artemisa, adorada en Éfeso y asociada entre otras cosas con la cu- ración 29. Curiosamente, es en esta ciudad donde encontramos el primer testimonio claro sobre exorcistas itinerantes (Hch 19,13-19): pués de la otra, para asegurar al hombre a quien todavía adoran, aquel que fue crucificado en Palestina porque introdujo este nuevo culto en el mundo" (Luciano, Peregr. 10-1I). Pa- ra la obra de Luciano en castellano, J. Alsina Clota (pr.) y A. Espinosa Alarcón, J.L. Nava- rro González, J. Zaragoza Botella (trads.), Luciano de Samosata. Obras (BCG 42, 113, 138 Y 172), Madrid: Gredas 1981-1992. Sobre Luciano ver también D. Clay, "Lucian of Sa- mosata: Four Philosophical Lives (Nigrinus, Demonax, Peregrinus, Alexander, Pseudo- mantis)", en ANRWII.36.5 (1992) 3406-3450. 27 Prep. Ev. 5 y 6. 28 "El término flÚYOL se deriva del nombre de una tribu médica que en la religión persa desempeñaba funciones sacerdotales y se ocupaba del estudio de la astronomía o la astro- logía. Por eso, en la antigüedad, los astrólogos, intérpretes de sueños y adivinos venidos principalmente de Oriente se llamaban magos, realzándose de esta manera sus conoci- mientos secretos y su capacidad para practicar la magia. Hay textos judíos que reconocen el saber de los magos (Filón), mientras que entre los rabinos predomina el criterio de que los magos son embaucadores y charlatanes" (H. Balz, Máyor;, en DENTII, 112-113). Más información en G. Delling, Máyor;, en TWNT IV, 360-362. 29 Cf. Clemente de Alejandría, Strom. 1,73,1; 5,45,2. Para más detalles A. Le Boulluec, Clément d'Alexandrie. Les Stromates, V,II (SC 279), París: Cerf 1981, 175-177. Cf. tam- bién J. Leipoldt - W. Grundmann, o. C., 87, n. 60. 130 Los MILAGROS DE JESÚS "Algunos exorcistas ambulantes judíos intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre quienes tenían espíritus malos diciendo: 'Os conjuro por ese Jesús que Pablo predica'. Hacían esto siete hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote judío. Pero el espíritu maligno les replicó: 'Conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero vosotros ¿quiénes sois?' Y el hombre en quien estaba el espíritu maligno, abalanzándose sobre ellos, dominó a unos y otros y pu- do con todos, de tal forma que huyeron de aquella casa desnudos y heri- dos" 30. Aunque lo narrado sucede en Éfeso, los exorcistas son judíos, por lo que el episodio podría también ilustrar lo que pasaba en Palestina. El pa- saje no implica que fueran hijos de un sumo sacerdote, como el texto dice en griego (apXLEpÉUlt;) referido a Esceva 31. Tampoco es necesario pensar que los "siete hijos de Esceva" fueran hermanos. Podrían ser miembros de una hermandad 32. En cualquier caso, el episodio señala la existencia de exorcistas itinerantes, distintos de los que podían estar en el templo de Ar- temisa de Éfeso. Finalmente, Orígenes, citando a Celso (ca. 177-80), refiere cómo en los mercados había hechiceros que expulsaban demonios, echaban al viento enfermedades e invocaban las almas de los muertos: 30 G.H. Twelftree, o. c., 30-34. El texto occidental difiere un poco. Hch 19,14 dice así: "Entre ellos [o, más probable, con relación a esto] los rsiete] hijos de un cierto sacerdote llamado Esceva deseaban hacer lo mismo (tenían costumbre de exorcisar a tales personas). y ellos se llegaron donde estaba el endemoniado y empezaron a invocar el Nombre, di- ciendo: 'Te ordenamos a ti, por Jesús a quien Pablo predica, que salgas"'. Sobre esta cues- tión se puede ver É. Delebecque, "La mésaventure des fils de Sévas selon ses deux versions (Actes 19,13-20), en RSPT 66 (1982) 225-232; w.A. Strange, "The Sons of Sceva and the Text of Acts 19:14", en ITS 38 (1987) 97-106. Sobre el relato, J.A. Fitzmyer, '''A certain Sceva, a Jew, a chief priest' (Acts 19:14)", en C. Bussmann - W. Radl (eds.), Der Trelle Gottes Trallen. Beitrage ZlIIn Werk des Lukas, Freiburg-Basel-Wien: Herder 1991,299-305, Y EE Bruce, The Acts of the Apostles (NICNT), Gran Rapids: Eerdmans 1992, 368. Ver también W.A. Garrett, The Demise ofthe Devil: Magic and the Demonic in Luke's Writings, Minneapolis: Fortress 1989. 31 De hecho Esceva no fue sumo sacerdote en Jerusalén, pues su nombre no se encuen- tra nunca en las listas. Aunque el término podría referirse a sacerdotes destacados o de al- to rango, ni siquiera parece que fuera miembro de una familia con conexiones con el sumo sacerdocio judío. Quizá simplemente adoptó ese título para ejercer de exorcista (cf. W. Ward Gasque, "Sceva", en ABD V,1004). Para más datos B.A. Maston, "Scaeva the chief priest", en ITS 27 (1976) 405-412 Y "A Note on Acts 19: 14", en Bib 59 (1978) 97-99. 31 En este sentido parece más lógico que las palabras de Mt 12,27 ("y si yo expulso los demonios por Beelzebul, vuestros hijos ¿por quién los expulsan? Por eso, ellos serán vues- tros jueces") se refieran también a los miembros de un grupo y no literalmente a los hijos de quienes critican a Jesús. La expresión puede tener su paralelo en el Talmud jerosolimi- tano, donde a un grupo de sumos sacerdotes que oficia la ceremonia de la vaca roja se le llama "hijos del sumo sacerdote" (j. Seqal. 4,48a) (G.H. Twelftree, o. C., 31-32). EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 131 "Celso identifica las obras de Jesús con las de los hechiceros que, según él, 'prometen cosas aún más maravillosas, y con las que realizan lo que han aprendido en Egipto; gentes que, en las plazas públicas, venden por unos óbo- los tan venerables enseñanzas, arrojan de los hombres a los démones, exuflan enfermedades y evocan las almas de los héroes, ponen ante los ojos los ban- quetes espléndidos, mesas, pasteles y platos que no existen, mueven como si fueran animales cosas que no lo son, sino que aparecen tales en la fantasía'"33. El testimonio es posterior al siglo 1, pero no deja de ser útil por cuanto puede reflejar una práctica anterior. 2. lanina ben Dosa En la literatura rabínica se encuentra la figura de lanina ben Dosa, pia- doso taumaturgo anterior al año 70 d.C., que desarrolló su actividad en Ga- lílea. Está en relación con Yojanan ben Zakkay y Gamaliel II, pero no fue un fariseo o un Rabbí 34• Aunque no conservamos historias de exorcismos del periodo talmúdico asociadas con él, hay una tradición que muestra que tenía cierto poder sobre los demonios. Se trata del relato de un encuentro con Agrat, la reina de los demonios, escrito para ilustrar el precepto: "No salgas solo de noche", y que está recogido en el Talmud babilónico: "Una baraita enseña: No hay que salir solo de noche ni al atardecer del día cuarto de la semana, ni las tardes del sábado, porque Agrat, hija de Mah- lat, acompañada de dieciocho miríadas de ángeles destructores, se mani- fiesta esas tardes, y cada uno de ellos tiene libertad de hacer daño por sí so- lo. Originalmente se corría el peligro de encontrarse con ellos todos los días. Un día, ella se encontró con Rabbí Janina, hijo de Dosa, y le dijo: 'Si uno no hubiera proclamado en el cielo: Guardaos de tocar a Janina y (al mismo tiempo a) su Torá, yo te habría hecho daño'. Él le dijo: 'Puesto que estoy tan bien considerado en el cielo, te ordeno que no pases nunca por ningún lugar habitado en el mundo'. Ella le dijo: 'Porfavor, déjame un poco de sitio'. En- tonces él le dejó las tardes del sábado y las tardes del cuarto día de la se- mana" 35. 33 Contra Celso 1,68; cf. también 3,50. 34 H.L. Strack - G. Stemberger, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica (ed. M. Pérez Femández) (Biblioteca Midrásica 3), Valencia: Institución San Jerónimo para la Investigación Bíblica 1988, 116, con bibliografía, esp. B.M. Bokser, "Wonder-Working and the Rabbinic Tradition. The Case of Hanina ben Dosa", en ISI 16 (1985) 42-92; G. Ver- mes, "Hanina ben Dosa. A Controversial Saint from the First Century of the Christian Era", lIS 23 (1972) 28-50; 24 (1973) 51-64; G.H. Twelftree, o. c., 3. Añádase S. Freyne, "The Charismatic", en G.W.E. Nickelsburg - J.J. Collins (eds.), Ideal Figures in Anciellt ludaism (SBLSCS 12), Chico: Scholars Press 1980,230. Ver también J.P. Meier, o. c., ll/2, 677-681. 35 Peshim 112b-1l3a (H. Cousin, Relatos de Milagros en los textos judíos y pagO/lOS [DTB 17], Estella: Verbo Divino 1989, n° 29). 132 Los MILAGROS DE JESÚS El texto muestra la autoridad del maestro sobre ella, pues la reina re- conoce el poder de Janina, y se somete a las limitaciones que le impone por "estar tan bien considerado en el cielo", es decir, por su relación con Dios. No hay exorcismo, pero sí una tradición sobre su autoridad sobre los demonios. De hecho existe otra tradición, ausente en la literatura talmúdi- ca, pero que está recogida en la obra de un sabio asquenazí del siglo XII, en la que Janina libera a una mujer poseída por el demoni0 36 3. Simón ben Yoja)' Más tardía es la figura de Elazar ben Simón (ben Yojay) (4 a generación tanaítica, siglo II d.C.)37, de quien se relata un exorcismo en el tratado Me'ila del Talmud babilónico. El relato pone en escena a este rabino co- nocido por sus dotes místicas (la tradición esotérica posterior se referirá a él), que, acompañado de R. Elazar ben Yosé, se dirige a Roma para obte- ner la anulación de un decreto promulgado por el gobierno, que "prohibía a los israelitas observar el sábado y circuncidar a sus hijos, mandándoles tener relaciones sexuales con las mujeres durante su periodo de impureza". Se señala que Ben Temalión, un demonio en la tradición judía, también fue con ellos. "Ben Temalión se les adelantó y se introdujo en la hija del César. Cuando llegó R. Simón (al palacio del emperador), exclamó: '¡Ben Temalión, sal! ¡Ben Temalión, sal!'. Apenas lo interpeló, (el demonio) dejó (a la hija del em- perador). Éste dijo (a los dos rabinos) que podían pedir lo que quisiesen y les hizo ir a la sala del tesoro para que se llevaran cuanto deseasen. Encontraron el documento, lo cogieron y lo desgarraron"3s. En este caso parece que sí hay exorcismo. El relato muestra el poder del rabino con autoridad sobre los demonios, como se dice un poco antes en el mismo texto, por "entender de milagros", es decir, por su capacidad carismática. Parece que esta tradición continuó entre algunos rabinos 39. 36 Cf. M. Bar-llan, "Exorcism by Rabbis. Talmud Sages and Their Magic", en Da 'at 34 (1995) 17-31 (en hebreo; existe un resumen en inglés en http://faculty.biu.ac.il/ セ 「 。 イ ゥ ャ イ ョ ャ ・ ク ッ イ 」 ゥ ウ ュ N ィ エ ュ ャ @ [8.11.1999]). Contiene muy útil información sobre exorcismos y magia entre los rabinos, además de una discusión sobre el significado social y liderazgo que puede desprenderse del recurso a estas prácticas. 37 Ver B.L. Strack - G. Stemberger, o. e., 129. 3S Me'ila 17b (B. Cousin, Relatos... , n° 41). Se conserva también en una colección de sermones con algunas variantes (M. Bar-llan, o. e.). Sobre esta historia se puede consultar también W. Bacher, "La legende de l'exorcisme d'un demon par Simon B. Yohai", en RE} 35 (1897) 285-287. JO M. Bar-llan, o. e., recoge la tradición sobre el exorcismo de una fuente de agua que hizo Yossi Man de Zeitur, personaje del siglo IV d.C. EXORCISTAS y EXORCISMOS EN TIEMPOS DE JESÚS 133 4. Apofonio de Tiana Un personaje de mayor envergadura es Apolonio de Tiana 40 • Se trata de un sabio itinerante neo-pitagórico, al que se le atribuyen numerosos mila- gros y