La Era Consumista Por Valerie León La Belle Epoque (1871- 1914) es conocida por características como los avances tecnológicos, el progreso en la comunicación y el derroche de dinero en actividades sociales y lujo, es inevitable comparar estas características con las de nuestra época. Podríamos decir que nos encontramos en una contemporánea Belle Epoque. A pesar que el panorama no es tan esperanzador para muchos países y comunidades, igual que en la Belle Epoque, solo se registra lo victorioso; es decir, la fama, la riqueza y la ambición. Sin embargo, la diferencia radica en que antes ello se evidenciaba por medio de pinturas, mientras que ahora es por medio de las redes sociales. Sin embargo, no podemos negar que nunca antes nos habíamos encontrado con una era tan conectada, no solo a nivel social, sino también a nivel político y económico. Esto se resume en una palabra: Globalización. Este fenómeno trae como consecuencia que sea más fácil para las empresas saber lo que los consumidores quieren; asimismo, permite que los clientes se vuelvan más exigentes, pues ahora saben con más exactitud lo que las empresas ofrecen y establecen comparaciones, lo que hace que estas últimas compitan entre sí. La historia nos ha demostrado un cierto patrón en la humanidad, un período feliz y vibrante seguido por uno que le contradice. Por ejemplo: a la Belle Epoque le sigue la primera guerra mundial; y a la época de 80s llena de excesos y materialismo, le sigue los 90s, que es una época más real y llena de consecuencias por los excesos de la anterior. Actualmente, podemos ver un periodo lleno de excesos también, las redes sociales están llenas de lo que la gente le gusta ver: una pantalla que solo muestra el lado positivo de las cosas, el producto final, pero la pregunta es: ¿Es en serio el ser humano así de superficial y práctico? Estas son las características que a una empresa le gustaría que sus consumidores presenten, por obvias razones. Pero ¿Es acaso la realidad? Personalmente creo que no, recordemos que las redes sociales solo representan una de las caras de la sociedad, la cara que queremos ver, la cara que las empresas nos dejan ver. Una vez que nos encontramos en un plano objetivo podemos tratar de definir y sintetizar las características de la Era Consumista. La hiperculturalidad nos deja ver que solo hay una realidad, tal vez de un genotipo muy específico de mujer u hombre, de un país primermundista y de un nivel socioeconómico que todos tiene como meta. ¿Qué es? En los años 60 las economías de los países que habían salido de la Segunda Guerra Mundial se habían recuperado. La competencia entre los países capitalistas se hizo muy dura y desembocó en una crisis del sistema en los años 70 la cual dio lugar a muchos cambios sociales. El capitalismo tradicional empezaba a desaparecer y la industria japonesa lanzó Toyota y, los cuatro dragones asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) le siguieron, viendo el éxito que el país tenía. Las personas buscaban diferenciarse, lo cual daba lugar a una cultura individualista, esto se representaba de muchas maneras pero, como era de esperarse, principalmente en la moda y ahora con las nuevas tecnologías esto era posible pues, estar en tendencia se volvía cada vez más accesible. Con una sociedad que se aburre rápidamente, las empresas se ven obligadas a actualizarse según las tendencias, lo que crea un desequilibrio en la producción y lo que se conoce como “la planificación de la obsolescencia de consumo”. Esto quiere decir que los productos son desechados por el hecho de ya no ser atractivos, y no por su falta de funcionalidad. Estamos frente a una etapa donde la demanda es ahora de carácter social. Marcas que definen la Era Consumista Cuando se habla de marcas generalmente uno se imagina lo que la publicidad transmite, y por eso es que este proceso de comunicación es tan importante en esta época. Los anuncios publicitarios son la manera que utiliza la empresa quiere influenciar a sus consumidores potenciales a nivel de masas. Para poder ejercer influencia en las personas, las marcas seleccionan su público objetivo, analizan sus intereses y toman acciones que agrade a su público final. Ahora bien, recordemos que este proceso se torna mucho más fácil con los medios de comunicación digitales con los que ahora contamos. Por ello, actualmente podemos encontrar una marca para cada personalidad, lo cual apoya la idea de individualismo del que se habla en el punto anterior. La industria de la moda es una de las industrias con mayor alcance a nivel internacional, especialmente después de la consolidación de la apertura económica en los primeros años del siglo XXI. Inditex, es el nombre que, en unos años, recordaremos como la que, sin duda, definió esta era. Su éxito radica en la rapidez de la rotación de prendas, pues saben que las tendencias cambian y que su segmento no es conocido por la paciencia. Zara atinó al crear colecciones que imitaran lo que la gente veía en pasarela y luego fabricarlo aceleradamente y a bajo costo. Así, la industria le ofrece al consumidor la posibilidad de acceder a prendas novedosas a precios asequibles y de forma continua, con cerca de 50 colecciones al año. A esto se le conoce como “Fast Fashion”. Otras marcas que se relacionan mucho con este concepto son H&M, Top Shop, Primark, Mango y Forever 21. A través de estudios de comportamiento y mercado, campañas de publicidad y estrategias de producción, distribución y marketing, estos negocios han logrado el objetivo de conquistar al público y convertir la moda en un bien de consumo para las masas. Esta tendencia consumista ha hecho que el promedio de uso de una prenda nueva sea de solo siete veces antes de ser desechada y que, en los últimos 20 años, se haya presentado un aumento del 400% en el consumo de ropa en el planeta. Consecuencias Nos surgen preocupaciones de índole social y laboral, como los abusos a la mano de obra. El documental 'The True Cost', que explora los perjuicios del fast fashion, revela que en el mundo hay unos 40 millones de obreros del textil, de los cuales el 85% son mujeres, muchas de ellas menores de edad, ganando dos dólares al día y bajo condiciones de trabajo inhumanas. Según World Resources Institute, producir una camisa de algodón consume 2700 litros de agua y la industria textil genera el 20% de la contaminación industrial del agua. Adicionado a ello, se estima que en la producción de una camisa se emiten entre 2,1 y 5,5 Kg de CO2, siendo las prendas fabricadas en poliéster las que mayores emisiones generan cerca de 706 billones de Kg de CO2. En el informe Pulse of the Fashion Industry de Global Fashion Agenda y Boston Consulting Group se estima que, de acuerdo a las tendencias de consumo actuales y las perspectivas de crecimiento, el consumo de agua, las emisiones de CO2 y la generación de residuos aumentarán entre 50 y 63% a 2030. Podemos observar que los excesos de la sociedad ponen en riesgo la sostenibilidad del planeta y de las especias que lo habitamos. Los cambios sociales positivos los estamos viendo, en los 90’s la marca Patagonia sorprendió al mundo al lanzar ropa eco amigable, pero ahora es cada vez más común escuchar que las marcas optan por producciones más sostenibles. El consumidor esta cambiando, se esta volviendo más consciente. Siguiendo esta línea, según Forbes, si una marca quiere sobrevivir los siguientes 20 años tiene que ser sostenible. En ese orden de ideas, nos encontramos en medio de un gran cambio sociológico, si el ser humano no se agobia por una realidad desmoralizada la naturaleza lo obliga, la generaciones actuales y futuras prometen velar por la sostenibilidad y diversidad acabando con la era del consumismo. Dando paso a un panorama más tranquilizador para el flujo natural del planeta.
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