El fantasma de la Gran Venezuela : un estudio del mito del desarrollo y los dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana Titulo Terán Mantovani, Emiliano - Autor/a; Autor(es) Caracas Lugar CELARG Editorial/Editor 2014 Fecha Colección Nuestra América Colección Neoliberalismo; Soberanía; Petróleo; Desarrollo; Extractivismo; Venezuela; Temas Libro Tipo de documento "http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/celarg/20160314012622/fantasma_gran_venezuela.pdf" URL Reconocimiento-No Comercial-Sin Derivadas CC BY-NC-ND http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es Licencia Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Conselho Latino-americano de Ciências Sociais (CLACSO) Latin American Council of Social Sciences (CLACSO) www.clacso.edu.ar El fantasma de la Gran Venezuela Un estudio del mito del desarrollo y los dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana Caracas-Venezuela El fantasma de la Gran Venezuela Un estudio del mito del desarrollo y los dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana Emiliano Terán Mantovani Colección Nuestra América Fundación Celarg Primera edición El fantasma de la Gran Venezuela. Un estudio del mito del desarrollo y los dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana Edición al cuidado Gabriel González Corrección César Russian, Francys Zambrano Yánez Diseño de tripa Raylú Rangel Diseño de portada Adolfo Dávila Jarque Imagen de portada Ricardo García Impresión Fundación Imprenta de la Cultura © Emiliano Terán Mantovani, 2014 © Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 2014 Depósito legal lf16320143011503 ISBN 978-980-399-055-8 Casa de Rómulo Gallegos Av. Luis Roche, cruce con Tercera Transversal, Altamira. Caracas 1062/ Venezuela Teléfonos: (0212) 285-2990/ 285-2644 Fax: (0212) 286-9940 Página web : http://www.celarg.gob.ve Correo electrónico: publicaciones@celarg.gob.ve, publicacionescelarg@gmail.com Impreso en la República Bolivariana de Venezuela 7 Orinoco, déjame en tus márgenes de aquella hora sin hora: déjame como entonces ir desnudo, entrar en tus tinieblas bautismales. Orinoco de agua escarlata, déjame hundir las manos que regresan a tu maternidad, a tu transcurso, río de razas, patria de raíces, tu ancho rumor, tu lámina salvaje viene de donde vengo, de las pobres y altivas soledades, de un secreto como una sangre, de una silenciosa madre de arcilla. « Orinoco » , Pablo Neruda El mago se tragó el río, las piedras del borde, los cabellos de la campana, los esqueletos de vacuno y habló luego: iluminadas mis andanzas y esperanzador mi designio, de esta copa de ejército y en mi mano el agua y los alimentos. Yo soy el mago ante quien las víboras tiemblan, animales de humo pronto silbarán en los árboles de hierro y a su peso se desplomará el viento y su carne será retama. Yo soy ustedes, el poderoso mago que no perdona. « El mago » (fragmento), Argenis Daza Guevara 9 Agradecimientos Este trabajo es, como toda producción de conocimiento, un producto colectivo, que no sólo se alimenta de valores académicos, sino también de valores afectivos y ecológicos, los cuales han sido constantemente invisibilizados y/o marginalizados en nuestros imaginarios moder- nos. Agradezco enormemente todas las contribuciones y apoyos, especialmente a mi compañera Andreína Hermansson, a mi ma- dre Marisa Mantovani, a Maura Pérez, Sergio Mantovani, Edgardo Lander, Francisco Javier Velazco, Francisco Herrera, Douglas Marín, Carlos Mendoza Pottelá, Dayaleth Alfonzo, Diego Griffon, Paulino Núñez, Carlos San Vicente, Doralice Aya, Yader Ñáñez, Leonar- do Bracamonte y al Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), Jesús García, Víctor Poleo, Nelson Hernández, Marhylda Victoria Rivero, Liliane Blaser y a Cotrain, Lenin Cardozo, Andrés Rojas Jiménez, Antulio Rosales y Giovanni Gómez Ysea. Al mismo tiempo extiendo un agradecimiento a todas aquellas personas que, de una u otra forma, directa o indirectamente, aunque por omisión no hayan sido nombradas aquí, estuvieron involucra- das con el proceso investigativo de este trabajo, en sus discusiones, reflexiones, hipótesis y conclusiones, las cuales también conforman un valioso aporte para el trabajo que en este volumen presentamos. Por último, recalcamos que esta obra quiere ser un estímulo para que aprendamos a agradecer a la Madre Tierra, a la Pachamama, como nuestra propia expresión común de vida, sin la cual nada de lo que pretendemos como humanos, por más sublime que sea nuestra aspi- ración, sería posible. 11 A modo de presentación Más allá del capitalismo, del desarrollo, del rentismo petrolero Edgardo Lander El lector tiene en sus manos un texto que, para la coyuntura que vive Venezuela, no es sólo importante, sino necesario. Constituye un lla- mado de atención urgente a la necesidad de abrir un debate nacional sobre la Venezuela, sobre el mundo, que podemos construir, cuando día a día, se están tomando decisiones, firmando acuerdos, realizan- do inversiones, definiendo políticas con relación a los grandes planes de desarrollo de la Faja del Orinoco y del Arco Minero, que están es- trechando severamente las perspectivas de otro futuro posible, más allá del desarrollo, más allá del rentismo, más allá del extractivismo, más allá del capitalismo. Encontramos en este trabajo de Emiliano Terán Mantovani un re- corrido, tanto histórico como teórico, sobre lo que ha sido el impacto de la producción petrolera en el país, así como las severas amenazas que desde el punto de vista ambiental, político y cultural representan los actuales mega planes de expansión de la producción petrolera con su inevitable consecuencia de consolidación del modelo petro-ren- tista. Las dimensiones políticas, geopolíticas, económicas, culturales y ambientales no son abordadas como temáticas diferenciadas, sino integradas en un análisis que, en consecuencia, termina siendo mu- cho más rico. 12 791A1 modep Es particularmente valiosa la recuperación de los aportes de ana- listas de la Venezuela petrolera en diferentes momentos del siglo pasado. Hay en estos autores una diversa y rica reflexión crítica, lla- mados de atención urgentes, diagnósticos y visiones prospectivas que han resultado proféticas, sobre las consecuencias que había tenido y seguiría teniendo el modelo petrolero rentista depredador para la so- ciedad venezolana. Sin embargo, la mayor parte del mundo político e intelectual de esta sociedad embriagada de rentismo e imaginarios de abundancia, respondió a estos textos con sistemáticos silencios y olvidos. En este texto, el autor no se limita a caracterizar y criticar al mo- delo petrolero-extractivista-rentista, sino que igualmente dedica el último capítulo a asumir la responsabilidad de formular reflexiones y aportes, de modo necesariamente tentativo, sobre lo que podrían ser las características de la transición hacia una Venezuela post-pe- trolera. Con ello se establecen lazos con los vigorosos debates sobre alternativas al desarrollo y otras formas de ser, conocer y estar en la naturaleza que recorren muchos ámbitos del mundo popular, cam- pesino e indígena a lo largo y ancho de América Latina. El extractivismo en América Latina hoy El extractivismo en sus muy diversas expresiones: explotación de hi- drocarburos, minería en gran escala, monocultivos masivos como la soya transgénica, las grandes represas hidroeléctricas (extractivistas en el sentido de que implican la utilización masiva de agua y tie- rra para la producción de energía), constituyen hoy los asuntos más conflictivos en toda América Latina. Esto es particularmente cierto para los pueblos campesinos e indígenas, que están siendo despla- zados de sus territorios por esta lógica agresiva de acumulación por desposesión. En las actuales re-configuraciones de la división internacional del trabajo y la naturaleza, América Latina y África están siendo reafir- madas como proveedoras de bienes primarios con poco o ningún procesamiento. Debido al extraordinario incremento en la demanda y precio de los commodities impulsado principalmente por el acele- rado crecimiento económico de China y de India, durante la última década, la proporción de los bienes primarios en la composición de 13 El fantasma de la Gran Venezuela:dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana las exportaciones ha aumentado en prácticamente todos los países del continente y se ha renovado vigorosamente la participación de corporaciones transnacionales en el negocio extractivo. [En México] El territorio nacional concesionado a empresas mineras para la extracción de metales y minerales del subsuelo aumentó 53 por ciento en cinco años y medio del gobierno del presidente Felipe Calderón, al pasar de 21 millones 248 mil hectáreas en 2007 a 32 millones 573 mil hectáreas hasta junio de 2012, de acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Economía (González, 2012, 3 de septiembre, s.p.). Durante los primeros diez años del gobierno del Partido Acción Nacional (PAN), 26% de la superficie total del país fue otorgada en concesiones a empresas mineras. Gran parte de estos territorios son tierras municipales o comunales (cf. Enciso, 2011, 8 de agosto). La asignación de los derechos de explotación minera en Perú cre- ció 85% entre 2003 y 2008. En Colombia, la inversión extranjera en los sectores extractivos, en particular la minería aumentó en casi 500% entre 2002 y 2009. La exploración minera en Argentina –un país con poca tradición en dicha actividad– tuvo un aumento de casi 300% entre 2003 y 2008. Las exportaciones de minerales de Merco- sur ampliado (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) subieron de 20 mil millones de dólares en 2004 a 58 mil millones de dólares en 2009 (cf. Seoane, Taddei y Algranati 2013). La concentración de la producción y exportación de materias pri- mas va más allá de la minería, la misma tendencia está presente en el caso de la energía y las materias primas agrícolas. En 2012 Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay plantaron 50 millones de hectáreas de soja transgénica, es decir, 500.000 km 2 de un solo monocultivo. Un área de 200.000 km 2 más grande que Italia o 150.000 km 2 más que Alemania. Un «desierto verde» del tamaño aproximado del estado español (Ecoportal, 2013, 18 de septiembre, s.p.). Lo más notorio de esta re-primarización de las economías lati- noamericanas y de su inserción subordinada en la lógica global de acumulación por desposesión es el hecho de que estas tendencias operan por igual independientemente de la orientación política de sus gobiernos, desde los más de izquierda a los más neoliberales. Incluso 14 791A1 modep en Bolivia y en Ecuador, cuya población indígena logró que los nue- vos textos constitucionales estuviesen atravesados por los ideales del Suma Qamaña y el Suma Kawsay y que (en Ecuador), por prime- ra vez en la historia, se estableciesen los derechos constitucionales de la naturaleza; la actividad minero extractiva se ha acentuado du- rante los gobiernos de Evo Morales y Rafael Correa. Los impactos socio-ambientales, en particular sobre los territorios de los pueblos indígenas, han generado movimientos de resistencia popular más ac- tivos a dichos gobiernos. Las luchas tanto locales como nacionales por la preservación del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) y contra la extracción de petróleo en el Yasuní se han convertido en referencias emblemáticas de estos conflictos en todo el continente. Ambos gobiernos argumentan que, en sus proyectos de trans- formación, el extractivismo es sólo una primera fase que permitirá responder a las demandas de la población y permitir la acumulación de recursos que haga posible, en una fase posterior, superar el ex- tractivismo. Es éste un debate de muchas aristas ; sin embargo, esta noción de etapas sucesivas del proceso de transformación parece ig- norar un hecho que ha sido destacado por Fernando Coronil, ...la producción abarca la producción de mercancías y también la formación de los agentes sociales involucrados en ese proceso y, por tanto, unifica en un solo campo de análisis los órdenes material y cultural en el seno de los cuales los seres humanos se forman a sí mismos al tiempo que construyen su mundo (2013, p. 82). Como resulta evidente de la experiencia venezolana, el extrac- tivismo rentista no sólo produce petróleo: conforma un modelo de organización de la sociedad, un tipo de Estado, un régimen políti- co, unos patrones culturales y unos imaginarios colectivos. Éstos no pueden ser simplemente revertidos cuando en una etapa posterior de los procesos de cambio se decida que se ha llegado a las condiciones económicas que permitirían abandonar el extractivismo. A pesar de que los impactos del extractivismo pasado, presente y futuro en términos ambientales, culturales y políticos son mucho más severos en Venezuela que en los otros países mencionados, es notoria la ausencia de este asunto como tema central en el deba- te político nacional. Se ha instalado en el país, desde hace muchas 15 El fantasma de la Gran Venezuela:dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana décadas, un sentido de inevitabilidad en el cual, aún en los casos en que se reconocen los impactos más perversos del petróleo, tiende a asumirse que no hay alternativas: hemos sido, somos y seguiremos siendo un país petrolero. Esto se expresa en la existencia de un gran consenso petrolero na- cional, que quizás tuvo su expresión más nítida en los programas de gobierno presentados por Hugo Chávez y Henrique Capriles Ra- donski para las elecciones presidenciales del año 2012. A pesar de los profundos desacuerdos en todos los otros contenidos de dichos programas, hubo una notable convergencia con relación al tema pe- trolero. Ambos programas ofrecen duplicar la producción petrolera para llevarla exactamente a la misma cifra, seis millones de barriles diarios para el año 2019. Como señala Emiliano Terán Mantovani en este libro, las con- frontaciones políticas articuladas en torno al eje gobierno-oposición, con todas sus diversas configuraciones, dejan fuera algunos de los asuntos medulares que tendría que confrontar el país, si de lo que se trata es de debatir opciones alternativas de sociedad. Petróleo y extractivismo en el proyecto político bolivariano La mayor parte de los principales objetivos de transformación de la sociedad que han sido formulados en el proyecto bolivariano, en el texto constitucional, y en los documentos y propuestas políticas hasta llegar al Plan de la Patria, no son realizables sobre la base de la afirmación del modelo de la monoproducción petrolera. Sin una transformación profunda de este patrón productivo, si no se abando- na el imaginario del crecimiento sin fin, si no se reconocen los límites del planeta y la profunda crisis civilizatoria que confronta la huma- nidad, si el cambio que se propone al país no tiene como eje medular la transición hacia una sociedad post-petrolera, como condición de la posibilidad misma de una sociedad post-capitalista, los objetivos principales que han sido propuestos por el movimiento bolivariano no tienen posibilidad alguna de realizarse. Este proceso político está atravesado por profundas contradiccio- nes, por un lado, entre sus principales objetivos declarados, y por el otro, el reforzamiento sistemático de la lógica colonial del desarrollo 16 791A1 modep y del rentismo petrolero. Objetivos tan centrales en las formulaciones de este proyecto de transformación societal como lo son la demo- cracia participativa y el Estado comunal ; la soberanía nacional ; la soberanía alimentaria ; la pluriculturalidad , y el reconocimien- to de los derechos constitucionales de los pueblos indígenas ; y el quinto objetivo del Plan de la Patria , « contribuir con la preserva- ción de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana » no sólo presentan tensiones, sino que son estructuralmente in- compatibles con un petro-Estado, con una economía extractivista depredadora cuyos ingresos están, además, altamente concentrados en manos del Poder Ejecutivo. La participación democrática de base y el autogobierno comunal encuentran un límite estructural en el hecho de que, en esta eco- nomía petrolera, las comunidades carecen de un piso productivo propio y dependen en una forma permanente de las transferencias (“bajadas”) de recursos y líneas políticas desde el Ejecutivo y el par- tido de gobierno. Sin autonomía en relación tanto al Estado como al mercado, no es posible la construcción de una genuina democracia participativa. Por más organización y participación de base que se promueva, no se puede hablar de democracia protagónica si las prin- cipales decisiones sobre el rumbo del país son tomadas en el vértice de las estructuras políticas, burocráticas y técnicas altamente cen- tralizadas que caracterizan al petro-Estado venezolano. La experiencia internacional permite constatar que cuando la economía de un país es altamente dependiente de una sola actividad económica o de una sola corporación, sea esta pública o privada, ésta termina por la vía de los hechos imponiendo límites a la democracia. En los petro-Estados, las decisiones fundamentales sobre el futuro de la sociedad terminan siendo tomadas en forma técnica, como im- perativos tecnológicos o de mercado, al margen de la voluntad de la mayoría de la población cuya opiniones se considera que tiene poco que aportar al manejo de las complejidades del negocio petrolero. Esto ha sido así incluso en el caso de lo que se suponía que era la excepción entre los petro-Estados: Noruega. Cuando este país des- cubrió sus abundantes reservas petroleras ya contaba con una larga tradición consolidada de socialdemocracia. En las primeras décadas de la explotación petrolera en el país, y a partir de rigurosos estudios y debates sobre las experiencias previas de otros petro-Estados, el 17 El fantasma de la Gran Venezuela:dilemas del petro-Estado en la Revolución Bolivariana sistema político logró establecer normas, criterios de inversión y con- troles estrictos para buscar garantizar que la explotación petrolera no reprodujese la experiencia de la maldición de los recursos , y que por el contrario, beneficiase a toda la sociedad sin socavar su sistema político democrático. Sin embargo, en la medida en que Statoil se fue haciendo más poderosa, en un contexto global cada vez más neolibe- ral, sin dejar de ser una empresa pública, fue, paso a paso, liberándose de los controles y regulaciones que el sistema político había logra- do imponer en décadas anteriores, hasta terminar operando, en lo fundamental, con la lógica de una corporación petrolera global que, como todas, le da prioridad a la ganancia sobre todo otro interés po- lítico, social o ambiental (cf. Ryggvik 2010). La búsqueda de niveles crecientes de autonomía nacional y regio- nal en un mundo cada vez más interconectado y globalizado no es compatible con una estructura económica monoproductora de uno de los commodities más importantes del capitalismo global. Por es- ta vía, por el contrario, se produce una creciente articulación con la lógica depredadora y militarizada de acumulación por desposesión que caracteriza al neoliberalismo. Los hidrocarburos son la energía que alimenta la maquinaria de devastación sistemática del capitalis- mo. Por otra parte, las escalas faraónicas de expansión previstas en la producción petrolera de la Faja del Orinoco no serían posibles a partir de los recursos financieros y las actuales capacidades tecnoló- gicas de Pdvsa. Lograr estas metas sólo se alcanzarían por la vía de un extraordinario endeudamiento externo, siempre condicionado (cf. Gallagher, Irwin y Koleski 2013), y de la participación masiva de cor- poraciones transnacionales, sean éstas públicas o privadas, asiáticas u occidentales. Es previsible que esto conduzca a flexibilizar algunas de las normas del control nacional sobre este recurso y su industria. El siglo xx venezolano y las experiencias de la mayor parte de los otros petro-Estados del Sur global que han padecido la sobrevalua- ción histórica de sus monedas y la llamada enfermedad holandesa , aportan suficiente evidencia como para poner en duda la posibilidad del logro de la soberanía alimentaria sin alterar la lógica de la mono- producción petrolera. Los inmensos montos que se han invertido en el impulso de la producción agrícola y pecuaria en estos años no han disminuido ni la dependencia en las importaciones de alimentos ni su escasez. La economía de puertos es un componente estructural de este modelo productivo. 18 791A1 modep La Constitución del año 1999 define entre sus « fines supremos » el logro de una «sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural». Esto está reforzado por el Capítulo viii de dicha Constitución referido a los derechos de los pueblos indí- genas, que representa un extraordinario avance jurídico, a tono con las aspiraciones y plataformas de luchas de dichos pueblos en todo el continente. El más importante de todos estos derechos es el refe- rido a la demarcación territorial, ya que los demás están definidos en forma altamente dependiente de la existencia de “hábitats” indí- genas reconocidos y demarcados. Sin embargo, a pesar del plazo de dos años establecido en la Constitución de 1999, prácticamente no ha habido ninguna demarcación territorial efectiva, entendida ésta como el reconocimiento de territorios a pueblos indígenas, no co- mo la entrega de haciendas a comunidades. Esto puede atribuirse a la falta de voluntad política del gobierno, al veto del estamento mili- tar, que ve en la demarcación una amenaza a la unidad del territorio nacional soberano y a los intereses materiales directos de sus inte- grantes (negocios de oro, ganadería), y al poder que siguen teniendo los “terceros”, como los ganaderos, que han ido ocupando los terri- torios ancestrales de los pueblos indígenas. Hay, sin embargo, una razón aun más fundamental. Ésta tiene que ver con la incompati- bilidad entre la demarcación territorial (reconocimiento efectivo de los derechos indígenas garantizados tanto por la Constitución como por los acuerdos internacionales con los cuales se ha comprometido el país) 1 , y la lógica del desarrollo extractivista. El reconocimiento 1 De acuerdo al artículo 119 de la Constitución: « El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participa- ción de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propie- dad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Cons- titución y en la ley » (1999, art. 119, s. p.) De acuerdo al Convenio N° 169 sobre pueblos indígenas y tribales de pueblos independientes de la Organización Internacional del Trabajo: «Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afec- te a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, di-