1 De un empuje fatal María Sette “ Tu no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja como un aullido interminable, interminable...” ( Palabras para Julia , José Agustín Goytisolo ) En Introducción del Narcis ismo Freud nos invita a abordar la siguiente cuestión: ¿en razón de qué la vida psíquica se ve compelida a trascender los límites del narcisismo ? ¿ Qué nos pe rmite salir de la alucinación para dirigirnos al mundo? ¿Cómo ir más allá de la tendencia regresiva ante un embate de la realidad? En otros términos, ¿ qué nos empuja , en nuestro caso, a estar hoy aquí ante es tas letras dejando atrás un modo de sati sfacción de carácter autoerótico ? Una respuesta a ello, de raigambre económica, sitúa el fundamento en la estasis libidinal, es decir que ante el aflujo constante de energía pulsional sería necesario investir el objeto para no en fermar. Siendo que tal explicación resulta insuficiente , en tanto se reduce a las desventuras de un mítico aparato psíquico cerra do sobre si mismo, podría agregarse la incidencia del Ideal del Y o que , aunque dependiente de la libido narcisista , exige el rodeo por el Otro logra ndo coordinar a los ser es humano s entre sí Asimismo e n contramos otra alternativa en “ E l motivo de la elecci ón del cofre ”, la cual, en articulación con las anteriormente enunciadas , nos cond uce a lo medular de la cuestión: El ser humano advierte que por ser parte de la naturaleza se halla sometido a la inexorable ley de la muerte , por lo cual allí donde cree elegir lo más apetecible, en verdad la elección ocupa el lugar de la necesidad, respond i e ndo a la fatalidad de nuestr a condición mortal . Sin embargo, pese a que no queda otra que elegir la muerte como único destino , resulta posible optar respecto al camino que nos acerque a ella. Al respecto nos dice Freud que “Así el hombre vence a la muerte, a quien ha reconocido en su pensar. No se concibe mayor tri unfo del cumplimiento de deseo. U no elige ahí donde en la realidad efectiv a obedece a l a compulsión, y no elige a la terrible, sino a la más hermosa y apetecible.” 1 U na sabiduría eterna aconseja al hombre a renunciar a la adulación, al solipsismo narcisista, para en cambio escoger la muerte, reconciliándose con la necesidad d e fenecer. De esta manera el psicoanálisis nos enseña que allí donde parece que lo elegido sigue las sendas del deseo, en verdad la elección recae sobre u n particular modo de morir. En otros términos, s i la vida vale la pena ser vivida no es por otra razón que p or reconciliarnos con la muerte y es to no puede ser de otra manera que jugándonos la vida... Partimos entonces de este esbozo del planteo desarrollado por Freud en diferentes puntos de su obra , sirviéndonos de él a los fines de orientarnos en el presente recorrido en el cual intentaremos aprox imarnos a las toxicomanías en tanto fenómenos que revelan una respuesta 1 Sigmund Freud: El motivo de la elección del cofre , en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, vol.XII, pag 315. 2 otra ante la necesidad inexorable de apostar a una satisfacción más allá del narcisismo, necesidad propiamente humana de salir al mundo para elegir, sustituir y elaborar ante lo inevitable del destino fatal. Fre nte a ello las toxicomanías encarnan una r espuesta tóxica y anticultural cuyo alcance no se limita a l consumo de una sustancia adictiva sino que implica todo un modo de funcionamiento psíquico particular y que en el presente escri to abordaremos en términos de “Lo T óxico”. EXIGIDOS A RENUNCIAR Y SUSTITUIR L a vida invita a atravesar un trabajo de duelo constante , cotidiano, no sólo en razón de las pérdidas sucesivas a las que nos confronta sino esencialmente debido a que el ser humano es el único que por acceder al orden simbólico posee la garantía irrevocable de su propia muerte Participar de la cultura, de sus caminos sustitutivos y mediatizados, insertarnos en su trama vincular requiere que se logre soportar, al menos a duras penas , tal exigencia. Es sabido que el sufrimiento implica toda una dimensión económica. Ante la ausencia del objeto se plantea la ardua tarea de vérselas con la pulsión que, al desamarrarse d e su destino se presenta de manera implacable. Frente a l incremento de la tensión el alivio deviene imprescindible y para ello existirán vías facilitadas por la senda regresiva de las fijaciones dejadas por toda una historia libidinal, vías inconscientes q ue llevan la marca de lo no significante. Más allá de que la regresión será un camino disponible y necesariamente transitable para desandar las amarras libidinales ante la pérdida también podría haber o no, según el caso, una apertura a carriles progresi vos a través de los cuales relanzarse al mundo renovando la apuesta. Por ello clínica mente resulta preciso captar lo que produce alivio para alguien ante una situación de tensión, pues sabemos bien que cuando se ve suspendida la vía de satisfacción habitua l hasta entonces, la libido puede intentar la satisfacción bajo Modalidades T óxicas. ¿Cuál sería entonces la función de Lo Tóxico en la balanza de renunciaciones y satisfacciones con que el hombre intenta hacer soportable la vida? Por Modos T óxicos, tosco s, íntimamente ligados a la pereza, nos referimos a aquellos circuitos pulsionales que sortean el rodeo por el Otro y todo encuentro con la alteridad, a través de los cuales se intenta una cancelación tóx ica del padecimiento desplegando un modo de satisfacción de c arácter alucinatorio. L ejanos a un verdadero trabajo psíquico, incestuosos en tanto repudian toda solución de continuidad, dichos circuitos desafían el requisito de elaboración que la realidad defectuosa impone. Freud nos advi erte que el hombre no renuncia a nada de manera radical, sólo admite cambiar una cosa por otra creando sustitutos. He aquí el problema con el que nos interpela Lo Tóxico, entendiéndolo como un recorrido pulsional mínimo en clave fija que ofrece una modalid ad de respuesta a la búsqueda del alivio de la tensión sin resolución del conflicto, no admitiendo novedad alguna ni sustitución posible (por ende incompatible con el amor.. y con la 3 exogamia..). En base a esto podríamos pensar que dichos modos de funciona miento psíquico no se reducen a las toxicomanías, sino que traducen toda una operatoria que se despliega en diferentes presentaciones clínicas, independientemente del consumo sistemático de una sustancia adictiva. E s por ello que los sujetos en quienes im pera tal modalidad de satisfacción, burlando la función estrictamente institucional y estructurante de la interdicción, resultan desgajados de la trama cultural que en tales condiciones aparece demasiado exigente. Al trazar la segunda tópica Freud nos pre senta al yo en una encrucijada, al servicio del superyó, el ello y la realidad planteando a esta última en términos de aquello que se impone al aparato psíquico como lo inmodificable 2 Es un hecho que la realidad exige renuncias a lazos libidinales y ante tal núcleo duro lo alucinatorio se erige como recurso psíquico primario. Pese a la inevitable desilusión como marca de la realidad han de existir recursos o modalidades avaladas por la cultura que permitan sostener el deseo pese a todo , trascendiendo la t endencia regresiva En este sentido resulta anticultural el camino de la realización alucinatoria de deseo, aquél que traduce la modalidad de funcionamiento del Proceso Primario y que deviene noción operativa e imprescindible a la hora de llevar adelante e l tratamiento con pacientes toxicómanos , en tanto para hablar de toxicomanías es nece sario el despliegue de lo que Sy lvie Le Poulichet denomina Operación del Farmakon En función de los desarrollos teóricos de dicha autora un montaje toxicómano es entendido en términos de una verdadera operación alucinatoria que permite una cancelación tóxica del dolor, a la vez que restituye al cuerpo “...un objeto alucinatorio para borrar repre sentaciones intolerables” 3 . Tal realización alucinatoria no permite ir por el deseo, vérselas con él sino más bien logra dejarlo en suspenso en tanto conlleva una triple regresión: formal (a la imagen), cronológica (a la infancia), tópica (al cortocircuito del deseo y el placer) 4 Si ese camino más corto y regres ivo de la realización nos está cerrado pero es el que seguimos de forma figurada, s ustitutiva en fantasía s , síntomas y sueños en tanto formas permit idas para un aparato cultural, Lo T óxico da cuenta de la incapacidad de sustitución que implica la tenaz fijación a modos y objetos de satisfacción arcaicos , la negativa a la renuncia narcisista necesaria para encarar las vicisitudes de una relación objetal e n aquellos que no adhieren a l as formas avaladas y recurren al tóxico como modo más tosco menos velado de hacerle lugar a lo primario. Y es sabido que nada en el registro pulsional se modifica bajo la dirección regresiva de la realización del deseo, pues necesariamente toda acción transformado ra de dicha realidad requiere un movimiento progresivo asumiendo los costos de un verdadero trabajo. 2 Sigmund Freud, El yo y el ello , en Obras Completas , Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, Volumen XIX, Ap.III. 3 Sylvie Le Poulichet: Toxicomanías y Psicoanálisis. La narcosis del deseo , Amorrortu editores, Buenos Aires, 1990, pág. 78. 4 “...resulta regresiva en un triple aspecto: es un retorno al material bruto de la imagen; es un retorno a la infancia; y es un retorno tópico hacia la extremidad perceptiva del aparato psíquico en lugar de una progresión hacia la extremidad motriz...” Paul Ricoeur: Freud una interpretación de la cultur a , Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2002, pág. 385. 4 Tales circuitos pulsionales en tanto irrupciones en lógica primaria, evidencian su toxicidad en sus rasgos particulares : urgencia, inmediatez , dirección exclusivamente regresi va , pereza, abolici ón del tiempo y de la diferencia constituyen características que se nos dan a conocer volcada s en presentaciones clínicas caóticas en las que las actuaciones resulta n el registro privilegiado , conminan do al psicoanálisis a replantear su dispositivo El método analítico creado bajo el modelo de las psiconeurosis resulta impracticable en estas condiciones en las que el inconsciente, al menos en principio, se presenta fuera de juego. De este mod o el tratamiento con pacientes toxicómanos enfrenta a una cruda presentación de fenómenos que ponen en el tapete el aspecto de cosa, de cuasi - naturaleza que ofrece n las fuerzas y los mecanismos. E s decir , revelan de manera descarnada el realismo de las presentaciones psíquicas de la pulsión, acentuando el aspecto cuantitativo, la vertiente de las cargas afectivas y de este modo nos fuerzan a reconcilia rnos con el modelo económico de la teoría freudiana, reivindicando el lenguaje mixto en el abordaje de los fenómenos humanos y asumiendo con ello la posibilidad e imposibilidad de pasar de la fuerza al lenguaje. En esta dirección modifica r las condiciones económicas de la fuente pulsional deviene meta privilegiada del tratamiento, pues no hay otro fin pulsional que la satisfacción, y por ello no podría perder se de vista que el acento ha de estar allí En calidad de solución inmediata ante la urgente búsqueda por palear el sufrimiento o por hall ar satisfacción sin rodeos, Lo T óxico ofrece u na vía de repliegue narcisista 5 que instalada en una continuidad perezosa rechaza el costo, el ritmo y los riesgos inherentes a un verdadero proceso sorteando una auténtica elaboración psíquica capaz de evitar el mal encuentro que tarde o temprano se produce ante la emergencia de la diferencia, lo incierto, lo disonante , lo fallido todo lo cual reclama la puesta en escena de los r ecursos simbólicos suficientes para tramitar el exceso de tensión La índole regr esiva del fenómeno de la intoxicación conduce a situarlo principalmente del lado de la Pulsión de M uerte y su tendencia, hallándose la incidencia de Eros estrechamente limitada a la conservación paradójica que tal fenómeno entraña. Ironía trágica inherente a dichos caminos que encarados en aras de evitar el pathos propio de lo humano confrontan al sujeto con lo más mortífero e insoportabl e de la sexualidad al desnudo, que desprov ista del velo de la elaboración no duda en present arse brutalmente Así, sin ligadura erótica la sexualidad d eviene un tóxico privilegiado. D e los tóxicos, el peor... Por su parte l a cultura con su doble movimiento de renuncia ( a los modos de satisfacción y objetos pulsionales originarios e incestuosos ) y de recuperación ( de goce a través de vías indirectas , admitidas) , hace de la demora y la mediación condiciones necesarias para participar en ella. En ese sentido requiere de la intervención paterna , que no sólo instaura la prohibición 5 Toda regresión entraña una desmezcla pulsional, en la que desaparecen los componentes eróticos, per diéndose la relación a los objetos, a los otros. A través del repliegue narcisista de la libido, la regresión y la deserotizació n concomitante se realizan en función del Principio de placer, en tanto el todo constituye una operación conservadora. 5 sino que habilita, abre el juego de las sustituciones posibles Sin embargo, “...u na cosa es el corte sobre una pulsión que ha tramado en su camino, en su deriva, un narcisismo normativo, velado el destino de objeto de goce que porta como marca de origen. Otra c osa es el cort e sobre una pulsi ón cuya deriva gozosa ha sido complicada por el nuevo acto psíquico de un narcisismo que vela poco o nada su destino de crudo objeto instrumental pulsional” 6 Desde este punto de vista, un montaje de toxicomanía pareciera hallarse al servicio de restañar , entre otras cosas, la falta de promesa habilitante para circular en la c ultura recuperando una satisfacción indirecta Si aun contando con algún rasgo que represente una promesa para el sujeto en el mundo la re alidad resultará en esencia desilusionante, cómo vérselas con el ma lestar cultural resultado de las renuncias pulsionales y pérdidas requerida s al servicio del I deal , cuando el horizonte ha sido trazado en términos de destino fatídico o, peor aún, inexiste nte. Ahora bien, a partir de este punto intentaremos incluir la problemática de las toxicoman ías en un marco de mayor alcance en el registro de los fen ómenos humanos, en tanto si de destino fatídico se trata, todos y cada uno de nosotros lo acarreamos inexorablemente. Entraremos entonces en el registro de las marcas, de las huellas pulsionales , en el cual las toxicomanías nos revelarán las dificultades propias de una matriz narcisista que a consecuencia de una particular constitución no alcan za a elabora rlas lo suficiente en la medida en que no se consi gue hacer frente al trabajo de duelo que la cultura impone como forma de lectura de lo mortal en dirección erótica. LA FATALIDAD INTERIOR La pulsión en s u recorrido hacia la satisfacción produce huellas duraderas asociadas en principio a determinados objetos y vías 7 que más tarde serán sancionados por la cultura como prohibidos y rechazables. Tales m arcas han de permanecer de manera indeleble por lo cual , a partir de su inscripción, la cuestión girará en torno a las ligaduras necesarias para habi tar el mundo humano. Pues l o que no se liga se repite inalterado , s e actúa sin mediación. Por lo tanto, s i la realidad puede ser pensada desde l o tensional, de no estar ligada y e laborada la energía pulsional, la circulación en el mundo tendrá el sesgo de lo caótico. En este punto cabe detenernos un momento para interrogarnos acerca de tales marcas indelebles, ¿en qué consisten?, ¿cómo se instalan? 6 Silvia Amigo: El análisis en los bordes , en Borde...un límite en la formalización , Homo Sapiens Ediciones, pag. 55. 7 “ ...para Freud las e tapas suc esivas de la sexualidad son tena ces y difíciles de “abandonar”, por lo cual el camino de la realidad está jalonado de objetos perdidos..la “elecci ón de objeto” tiene a la par carácter prospectivo y nostálgico..para la libido, el futuro está atrás, en la felicidad perdida..la elección de objeto no tiene, par adójicamente, nada de elección, por una especie de fatalidad interior...” Paul Ricoeur: Freud una interpretación de la cultura , Siglo Veintiuno Editores , Buenos Aires, 2002, pág. 234 6 Es sabido que la pulsión y el yo ( como primer objeto de colocación libidinal y represent ante del mundo exterior a su vez) recorre n un desarrollo paralelo y articulado en el cual progresivas adquisiciones se reflejarán en una mayor complejidad y consistencia de su organización. Para pensar tales organizaciones s upone mos un tiempo primero en e l que se instalan ma rcas en calidad de efectos de intensas vivencias ( cuyo modelo paradigmático sería la vivencia de satisfacción 8 ) a partir de las cuales la energía libidinal encontrará una gu ía en la construcción y despliegue de l montaje pulsional dejando su impronta en una matriz yoica que se desarrollará en alianza con los componentes pulsionales Implantadas a partir de las vivencias inaugurales y otras de semejante calibre ( que dejan as ociadas una huella mnémica , una imagen mnémica y la excitación corporal correspondiente ) las marcas derivadas del registro de lo sensorio, también llamadas huellas duraderas d e la excitación o “presentaciones de la pulsión”, se caracterizarán por su persistencia y por su susceptib ilidad a ser reactivadas en razón de su investidura, insistiendo en su reclamo apremiante de satisfacción. Diríamos que a quellas impresiones que por su grado de intensidad ameriten el estatuto de inscripciones necesariamente traumáticas para un psiquismo incipiente , constituirán las guías de l reco rrido pulsional, lográndose instituir de este modo una d isposición particula r de facilitaciones que conduce a que una determinada vía sea seguida con preferencia a otra s en el decurso de la energía psíquica La pulsión coordinada a tales inscripciones fundante s en su insistente demanda de satisfacción con el sello de lo perentorio , encontrará una y otra vez estos caminos primarios, directos y facilitados, pero justamente por ello, no admitidos por el I deal propuesto por la cultura Atravesado por la ley cultura l el yo se verá conminado a tramitar la tensión renunciando a tales trayectos , y es sabido que, como sucede en el caso de las toxicomanías, no siempre se logrará crear vías alternativas, sustitutivas, indirectas, me diadas y coordinadas a objetos avalados, a través de las cuales realizar una lectura dialéctica de las huellas de la pulsión , una lectura ligante que permita transformar verdaderamente la realidad pulsional. En este sentido un montaje de toxicomanía puede entenderse como una modalidad de respuesta a dicha insistencia fatídica , respuesta de tipo alucinatorio, conservadora en extremo que se caracteriza por no permitir a las impresiones traumáticas ingresar en un movimiento 8 “...la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuadamente. Solo puede sobre venir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estimulo interno. Un componente esencial de esa vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una moció n psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma...restablecer la situación de la satisfacción primera...”, Sigmund Freud: La interpretación de los sueños , en Obras Completas, Amorrortu edi tores, Buenos Aires, 1993, vol.V, pag 557. 7 dialéctico a travé s del cual puedan negativizarse por la entrada en la temporalidad del discurso y así ser sometidas a un trabajo de elaboración que les permita transformar su carácter zeit h los, inmutable y fuera del tiempo. Es que no resulta igualmente duelable una marca q ue pes e a hallarse asociada a lo originario y prohibido de la sexual idad ha logrado enhebrarse a l registro de lo narcisísticamente normativo y estructurante, que aquellas que por el sesgo obsceno y excesivo de su implantación producen una efracción insoportable a nivel de la economía psíquica delineando en consecuencia una matriz yoica que , herida desde sus cimie ntos , resulta incapaz de vérselas con tal exceso. En todo caso, l a propuesta de un análisis consiste en hacer que lo inconciliable, lo insoportable y excluido d el yo ingrese en la negatividad para dialectizarse en a ras de una satisfacción posible en la med ida en que únicamente de la negativización emerge un mundo real y un yo real 9 El devenir s ucede a través de negarse una y otra vez, y en ese sentido la negatividad inherente al análisis consiste en hacer entrar eso estancado y atemporal, lo inaccesible, lo en si sensorial de las presentaciones de la pulsión en las autopistas de lo simbólico a través de la transferencia, en el ma rco de la cual el analista prestar á soporte a algo que se hal la loco y en si mismo para propiciar su dialectización en términos de una destrucción de lo anterior a condición de conservarlo transformado. Aunque el yo no se reconozca en ellas, el aproximarse a las marcas mediante la palabra, h ablar las como se pueda bo rdeándolas, negándolas, desdiciéndo las representa ya un gran paso, pues el discurso constituye la vía regia a través de la cual puede ser expresado algo de lo que se sirve l a racionalidad, bajo el modo de presentar lo que se es en el modo de no serlo. Si ser y no ser constituyen categorías vacías , la cuestión está en el devenir de uno en otro. Lo en sí, sin sufrir el trabajo de la negativida d, en su cristalización de sentido no deja otra opción que la actuación repetitiva de lo mismo bajo la presión pulsional En definitiva, s i l a s huella s exige n satisfacción y el yo hace lo que puede con ello , será l a ma nera en que se lean aquellas lo que determinará una posición en la vida. LO PROGRESIVO Es indudable, Lo T óxico se revela al servicio del Principio de Placer en tanto aspiración a la descarga intensa de la estasis libidinal por fuera de las a utopistas de sentido culturales compartidas con otros, ofreciendo a la insistencia de las marcas un c ircuito de satisfacción cerrado que desconoce la alteridad, en plena abolición del tiempo y del lazo social. De esta 9 B ajo la égida del Principio de R ealidad la cuestión será saber si lo representado presente en el yo (es decir, el objeto de satisfacción real perdido) puede ser reencontrado en la realidad, en ello consiste lo que se conoce como “prueba o examen de realidad” que instala la función de la negación en el intervalo en tre “encontrar” y “reencontrar” lo alcanzable del paisaje a través de la representación. 8 manera el Principio de Placer 10 revela su esencia tanática, dañina e incom patible con la vida Pues en la medida en que su imperio exclusiv o conllev a una comodidad mortífera. Advertimos que en este sentido , podríamos localizar a l o erótico en un má s allá del Principio de Placer, trascendiendo lo más conservador e incestuoso de éste en tanto constituye aquello que nos une como seres human os en la trama cultural vía el I deal , moviéndonos al cambio progresivo, a la transformación y al trabajo. Es por ello que e n la vereda opuesta a la tendencia regresiva de los Modos T óxicos de satisfacción, a su inmediatez y a su cortocircuito ubicamos a la elaboración psíquica, el trabajo, la participación en la cultura, la apuesta a y el sostenimiento de una relación de objeto, la sublimación y la creación artística como auténticas vías de conversión de la pulsión. Entonces si como hemos visto las M od alidades T óxica s de satisfa cción pulsional se hallan regida s exclusivamente por el Principio del Placer, ¿p odría mos pensar lo que en Freud se presenta enmarcado en la noción P rincipio de Realidad , como pieza cl ave de un más allá del Principio de P lacer ? P lantearlo en estos términos no parece tan descabellado en tanto que dicha lógica encontrándose al servicio de Eros trabaja en favor de conservar tal P rincipio superándolo a su vez al coordinarlo a la medida d e lo posible en armonía con el I deal. Es decir que lejos de consistir en una educación para la realidad basada en la imposición de hábitos o estructuras comportamentales convencionales, la instauración del Principio de R ealidad implica ría ese ncialmente la puesta en juego de la capacidad de elaboración simbólica de las huellas pulsionales investidas , introduciendo con ello la temporalidad, la demora en la satisfacción y la potencial transformación de la realidad pulsional a través de ligazones psíquicas Y no sólo ello pues , t ras la introducción de la segunda tópica en la obra de Freud, la noción de realidad se enrique ce adoptando otro estatuto en la medida en que “no es solamente lo contrario de la alucinación, sino la dura necesidad tal como s e descubre más allá del abandono de la postura narcisista y más allá de los fracasos, decepciones y conflictos que culminan en la época del Edipo. La realidad se llama entonces necesidad y, a veces, Ananké...lo que al principio no era sino un principio de “r egulación psíquica” se convertirá en cifra de una sabiduría posible” 11 . Dicha sabidu ría constituye el fruto de un trabajoso proceso a cargo del yo, en el cual el estiramiento del recorri do pulsional se realiza en función de la renuncia a lo directo y prima rio de los cimientos del recorrido pulsional, integrándolo y transformándolo a través del trabajo psíquico , para ponerlo en juego en otros escenarios, enlazando otros objetos. Necesariamente el saldo de insatisfacción re sultante de la sustitución 10 En tanto noción nos permite explicar el funcionamiento patológico, el modo en que operan aquellas desca rgas que descuidan el I deal rompiendo el lazo social, pero no nos alcanza para explicar las sendas progresivas en las que salimos en búsqueda del otro. Es decir, sencillamente, para entender po r qué hoy estamos acá se vuelve necesario suponer un más allá d el P rin cipio del Placer y que podría situarse en lo erótico 11 Paul Ricoeur: Freud una interpretación de la cultura , Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2002, pág. 225. 9 del P rinc ipio de Placer por el de R ealidad será en si mismo parte de la realidad , justamente aquello que conocemos como malestar e n la cultura Cabría entonces “ e ntender el Principio de R ealidad en términos de tarea, de verdadero trabajo más que un funcionamiento habitual... el Principio del P lacer es el menos costoso ; el Principio de R ealidad exige renunciar al cortocircuito del deseo y la alucinación...vía larga y difícil; no se da sin renun cia y sin aflicción por los objetos arcaicos ...prohibidos y rechazados ” 12 En ese sentido resulta también conservador en tanto lejos de destron arlo, salvaguarda y afianza el Principio del P lacer en dirección hacia lo lícito y lo posible , en otros términos , hacia un deseo desmistificado. Es evidente que nada de todo ell o resulta tan sencillo pues tan sólo pensemos en c uáles serían las condiciones de posibilidad para el funcionamiento de dicha lógica que resulta por cierto más trabajosa pero que permite conservar el placer articulado a lo posible. La función previa e irreductible para ello será conseguir ligar la energía afluyente a l aparato psíquico. Es decir, la tarea de l igar las cargas energéticas constituye una operación previa “que introdu ce y afianza la dominación del P ri ncipio del P lacer” 13 , como un mo mento inherente al proceso dialéctico del deseo, p ues lo que se registra co mo placer está ligado al carácter cualitativo de la ex citación, a su ritmo, a su desenvolvimiento tempora l. En este marco, l as toxicomanías nos muestran la posibilidad de detención en el momento trágico en que el psiquismo se ve desbordado debido a la presencia de enormes montos de ene rgía intolerables como efecto de una efracción. En tales condiciones en las que la presión pulsional deviene excesiva e intratable , inevitablemente el narcisismo registrará un impacto catastrófico. En tanto sólo el monto d e energía ligada resulta ad ecuado para el trabajo psíquico, el no poder arreglárselas con la cantidad que no logra ser tramitada empuja hacia carriles tóxicos de descarga de la tensión como alternativa privilegiada , aquellos que funcionan bajo la égida de Tánatos. Si la meta de E ros consiste en establecer unidades cada vez mayores y, por consiguiente conservar las, entonces se trata de la ligazón. Por el contrario el fin de la P ulsión de Muerte radica en romper las relaciones, disolver los nexos y p or consiguiente destruir 14 De ello se desprende que la ligadura psíquica resulta una operación a cargo del yo que , obrando al servicio del Eros, tiende a limitar psíquicamente el libre flujo de las excitaciones, estableciendo en tal circulación determinad a s relaciones, tejiendo una trama ent re marcas encadenadas que permite la tramitación de la tensión presente en el aparato a través de dichos lazos asociativos. 12 Ibid, pág 229 – 23 5. 13 Sigmund Freud: Más allá del principio de placer , en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, vol.XVIII, pag 62. 14 Sigmund Freud: Esquema de Psicoanálisis , en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, vol.XXIII, pag 146. 10 Asimismo , para ligar la energía y con ello posibilitar la instauración del Principio de Realidad, se vuelve necesaria la renuncia a lo idéntico, el corte con los modos y objetos de satisfacció n primarios e imposibles. Pues e s por la condición insac i a ble del deseo que se accede a lo simb ólico en tanto que “ ...si el hombre pudiera satisfacerse estaría privado de algo más importante que el placer y que es la contrapartida de la insatisfacción: la simbolización. E l deseo da que hablar en cuanto es demanda insaciable. La semántica del deseo...es s olidaria de esa prórroga de la satisfacción, de esa mediati zación sin fin del placer” 15 Por lo tanto de lo desarrollado hasta aquí se desprendería que única mente el Principio de R ealidad demuestra ser compatible con la vida en el seno de la cultura De sde esta perspectiva Lo T óxico en tanto solidario del Principio de P lacer , se encuentra íntimamente ligado a lo más mortífero del deseo asociado a la tendencia a la identidad de percepción, jugando con la muerte en términos de una vuelta a lo inanimado, a lo inalterado e inalterable, evad iendo su integración en la vida y así desconociendo su verdadero sentido. En este marco u n tratamiento analítico representa un trabajo en favor de que el hombre logre amigarse con la muerte y de esa manera pueda jugarse la vida. No queda otra, si se quiere soportar la vida, hay que prepararse para la muerte, y ello constituye otra manera de entender “la educación para la reali dad”. Desde nuestro quehacer propiciamos la ligazón psíquica a través de una lectura novedosa de las marcas que no olvida las raíces incestuosas y parricidas del deseo en aras de crear una nueva realidad 16 , intentando rec oncilia r los dos principios, trabaj ando las huellas al modo de la aufhebung que transforma y supera , a la vez que conserva lo anter ior para con ello habilitar un horizonte distinto. NOTAS FINALES El p sicoanálisis enseña que e n el campo de lo humano se tratará siempre de s exual idad y muerte en su íntima intrincación y en su compartida imposibilidad de ser representadas Encontramos l a fatalidad localizada en las marcas, entendiendo por ellas a las presentaciones de la pulsión en el registro psíquico. Marcas a morir, por su intensidad, marcas a muerte, hasta que ella llegue... marcas surgidas en la historia libidinal, y por ello no sólo entendemos las vicisitudes pulsionales a lo largo de una vida sino también el desarrollo del yo que corre en paralelo. Marcas producidas en el desarrollo de la sexualidad en el que la incidencia del Otro y su propia sexualidad impactan violenta y necesariamente . El desvalimiento humano conlleva de manera insoslayable la interve n ción del Otro para la ejecución de la acción específica 15 Ibid, pag. 279. 16 “El acto analítico no es sólo ejercicio de corte... es también una clínica del arte de rehacer empalmes de modo menos oneroso. Pero estos estarán a cargo del sujeto, y no inyectados como imperativos del Otro.” Silvia Amigo: El goce fálico y la significación fálica , en Clínica de los fracasos del fantasma , 2º edición, Homo Sapiens ediciones, Rosario, 2005, pág.43. 11 imprescindibl emente ligada a la satisfacción en tanto meta de la pulsión, y por ello participando también de la etiología estr uc tural del padecimiento. Resulta inevitable . La pulsión con su característica esencial de perentoriedad, de empuje 17 , de esfuerzo constante , d rang, e intensa exigencia porta en sí misma el sesgo de lo traumático. Un t raumatismo para todo psiquismo incipiente qu e puede ve rse redoblado en algunos casos por un plus de violencia ejercida desde otro que no alcanza a mediatizar la impronta de sus propias marcas en lo que hace a su participación específica en la construcción de la matriz narcisista de esa cría humana que en consecuencia no sólo delin ea rá una estructuración yoica apenas organizada, sino que no alcanzará a delimitar con las trazas de la ley un curso más propicio para la corriente pulsional. El yo como localización pulsional sufrirá las consecuencias de tales desventu ras en el desarrollo sex ual. Pues e n términos generales, dicha instancia psíquica se nos presenta como organización coherente de procesos psíquicos que posee el acceso a la motilidad, en calidad de soberano de los procesos de descarga que conducen a la satisfacción. En tanto organización no c ompletamente organizada sin embargo, aspira rá a la síntesis constituyendo por ello una conquista del E ros frente al desorden pul s ional de lo autoeró tico . En los casos que aquí nos convocan nos encontramos ante los efectos de una c onstitución mortífera de los cimien tos para el devenir pulsional determinando así una condena par a el yo que desde el vamos no se encuentra a la altura de soportar su triple vasallaje. Así las cosas, c ondenado a muerte a portar con semejantes marcas mortí feras, desde sus cimientos de maldicción conllevará la p romesa de encarnar un resto desgraciado. Sin embargo la vida se cuela a través de l trabajo de lectura que pueda realizarse pues pese a que las marcas resulten inaccesi bles al lenguaje deviene n susceptibles de ser neutralizadas por lo s efectos de la elaboración psíquica , dependiendo de ello que una condena mortal se transforme en un presente vivible. En otras palabras, el psicoanálisis propone introducir la muerte en la vida a través de la lectura que permita perder lo que ya está perdido para apostar con riesgos a un horizonte otro. N o es sino por hac erle lugar a la fatalidad, asumi endo la vigencia de la participación de lo ilícito en los cimientos del deseo, que el ser humano pueda devenir protagonista de su vida y en ese encuentro con su miseria individual concebirse parte del todo cultural encontrando en el lazo social la vía regi a para la transformación subjetiva 17 “...por empuje de una pulsión entendemos su aspecto motor, la suma de fuerza o la cantidad de exigencia de trabajo que represent a...”Sigmund Freud: Pulsiones y destinos de pulsión , en Obras Completas , Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, Vol. XIV, pag. 122.