“ Vidrio ” Irving Gauto Gotas caían como frutos de un árbol místico, invisible, en el ahora fangoso suelo del viejo patio. Una repentina duda nació en la cabeza del niño; más joven que aquel patio, menos sabio que aquella lluvia; ¿A dónde van las mariposas cuando llueve? Esas mariposas que parecen simples pedazos de papel amarillo doblados por la mitad y dotados de vida. ¿Y qué hay de los pajaritos? Esos que cantan sin vender entradas ni necesitar limosna, sino solo para embellecer la mañana. ¿Quién velará por sus nidos? Tan arduamente construidos , tan frágilmente constituidos. Desde la comodidad del interior del hogar observaba el niño , protegido por una fina ventana de vidrio, los arboles del patio; arrematados por el viento y la lluvia, protegidos por nada más que su propia resistencia. Millones de hojas volaban, se desprendían sumisamente y emprendían vuelo hacia lo desconocido. Algunas ramas hacían lo mismo. Una voz llamó desde el corredor. La voz de la madre anunciaba el baño, obligatorio, no sin incluir un “antes que se vaya la luz” típico , infaltable. El niño miraba atento el c orredor vacío, túnel del que procedía la orden, como la boca del cañón de un revolver soltando lentamente el humo de la pólvora luego del disparo. Su cuerpo seguía como estaba, apoyado por el espaldero del sofá para pegar los ojos a la ventana. Dudoso, deseoso. Dudoso de obedecer la orden, deseoso de mojarse pero en otro escenario. El cristal era demasiado fino para tener paciencia ante el vacile del niño, asique le cortó en varias partes de la cara, agregando un factor rojo al panorama. El hombre adulto despertó repentinamente y con agitación en medio de la madrugada, prácticamente de un salto; con sudor en toda la cara y respiración irregular. La poca luz del reloj es suficiente para desvelar las diversas cicatrices en el rostro.