Antropologia Mèdica, 32 AUTOETNOGRAFÍAS, CUERPOS Y EMOCIONES (II) Antropologia Mèdica AUTOETNOGRAFÍAS, CUERPOS Y EMOCIONES (II) Perspectivas feministas en la investigación en salud Sam Fernández-Garrido Elisa Alegre-Agís (eds.) A Susan, per marcar la nostra ruta. Per ser centaure. Este libro se escribió durante el año 2016-2017. Meses antes de su publicación, falleció la Dra. Susan DiGiacomo, profesora de la Universitat Rovira i Virgili y la University of Massachussets y escritora dentro de Autoetnografías, cuerpos y emociones Perspectivas metodológicas en la investigación en salud. Dedicamos este libro a Susan desde ese afecto personal y profesional que es el mismo que nos ha conectado con la antropología y con el mundo a través de ella. Además de un sentido reconocimiento, hacemos memoria de su contribución profesional, personal y académica. Una memoria feminista que persigue (re)generar el campo de la antropología médica como un terreno consciente de su propia genealogía, de las pérdidas que la atraviesan, las enfermedades que la habitan, los padecimientos que moldean su atención y las vidas que la mantienen conectada a la experiencia. DiGiacomo como persona y DiGiacomo como forma de ser-estar-transformar la academia y tocar a quienes pásabamos cerca. Esta obra no podría entenderse sin ella. Aquest llibre es va escriure durant el curs 2016-2017. Mesos abans que es publiqués va morir la Dra. Susan Digiacomo, professora de la Universitat Rovira i Virgili i de la Universitat de Massachussetts i escriptora dins d’ Autoetnografías, cuerpos y emociones. Perspectivas metodológicas en la investigación en salud. Dediquem aquest llibre a la Susan des d’aquest afecte personal i professional que ens va connectar amb l’antropologia i amb el món a través d’ella. A banda d’un sentit reconeixement, fem memòria de la seva contribució professional, personal i acadèmica. Una memòria feminista, la qual persegueix (re)generar el camp de l’antropologia mèdica com un terreny conscient de la seva pròpia genealogia, les pèrdues que la travessen, els patiments que modelen la seva atenció i les vides que la mantenen connectada a l’experiència. DiGiacomo com a persona i DiGiacomo com a manera de ser-transformar l'acadèmia i tocar els qui passàvem a prop. Aquesta obra no podria entendre's sense ella. AUTOETNOGRAFÍAS, CUERPOS Y EMOCIONES (II) Perspectivas feministas en la investigación en salud Tarragona, 2019 Editado por Sam Fernández-Garrido Elisa Alegre-Agís Publicacions de la Universitat Rovira i Virgili Av. Catalunya, 35 - 43002 Tarragona Tel. 977 558 474 · publicacions@urv.cat www.publicacions.urv.cat Colección Antropologia Mèdica, 31 1.ª edición: noviembre de 2019 ISBN (papel): 978-84-8424-815-6 ISBN (PDF): 978-84-8424-816-3 DOI: 10.17345/9788484248156 Depósito legal: T 1367-2019 Fotografía de la cubierta: Elisa Alegre-Agís Publicacions de la Universitat Rovira i Virgili es miembro de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas y de la Xarxa Vives, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional. Obra sometida al proceso de evaluación de calidad editorial por el sistema de revisión por pares según las normas de la colección Antropologia Mèdica. Cita el libro. Consulta el libro en nuestra web. Libro bajo una licencia Creative Commons BY-NC-SA. [ Nota de la editorial ]. En el presente volumen se han respetado las preferencias personales de cada persona autora en la representación del género gramatical. SUMARIO Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográfica de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Mari Luz Esteban Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Introducción. Cuando la voz tiembla y la disculpa incorporada emerge: autoetnografías en clave feminista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Sam Fernández-Garrido, Elisa Alegre-Agís Parte I. Saberes supervivientes: la experiencia de la enfermedad como tránsito epistémico y metodológico Sabers nascuts de la vivència. Articulacions entre la investigació, l’escriptura i la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Laia Ventura Garcia Autoetnografía de una paciente: saberes experienciales . . . . . . . . . . . . . 59 Victoria Fernández Parte II. Saberes emocionales: la dimensión etnográfica de las emociones y su articulación en el trabajo de campo La percepción flotante situacional. Autoetnografía y emociones . . . . . . 81 Enrico Mora Crónica de una muerte anunciada. El sufrimiento personal como herramienta para la práctica etnográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Néstor Nuño Martínez Parte III. Saberes corporeizados: el cuerpo-agente como lugar de conexión con el mundo «El espejo autoetnográfico». Registros corporales y construcción del saber en un estudio sobre la clínica intersexual . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 Sam Fernández-Garrido Auto-ethnography as starting point in a feminist activist research. A menstrual bodily itinerary . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Michela Accerenzi Silencios y descaros. Una autoetnografía a partir del cuerpo de la gringuita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Patricia Vicente Mart í n De la desnutrición de «las otras y los otros» a la percepción corporal de las mujeres... de mi misma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Sara Elena Pérez Gil Romo Parte iv. Saberes creativos que involucran: co-investigación y prácticas participativa Grietas, sangre y jeringa. Algunas reflexiones metodológicas . . . . . . . . 215 Serena Brigidi Oncogrrrls, narrativas colaborativas sobre el cáncer de mama. Autoetnografía de una micro-utopía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 Marisa Paituví Sexual health promotion and the anthropologist: an auto-ethnography 257 Nicoletta Landi Relación de autor*s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275 Fernández-Garrido, S. y Alegre-Agís, E. (eds.), Autoetnografías, cuerpos y emociones (II). Perspectivas feministas en la investigación en salud , Publicacions Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, 2019, p. 7–20. ISBN: 978-84-8424-815-6. DOI: 10.17345/9788484248156 PRÓLOGO VIDAS QUE CUENTAN. LA DIMENSIÓN AUTOETNOGRÁFICA DE LA INVESTIGACIÓN Mari Luz Esteban Universidad del Pa í s Vasco (UPV/EHU) ml.esteban@ehu.es En una entrevista con motivo del estreno de un documental sobre su obra, un reconocido director de cine afirmaba: «Me pone enfermo cuando la gente habla a tumba abierta de sus sentimientos». Y añadía poco después: «Todo el mundo tiene una vida que no cuenta» 1. Creo que estas dos frases condensan muy bien una manera de entender la auto-representación, la utilización o exposición del propio yo en un trabajo artístico o académico que, evidentemente, no comparten las personas que han escrito sus con- tribuciones a este libro, ni las que consideramos que la dimensión auto- etnográfica es (o puede ser) relevante en la investigación antropológica 2. Esa entrevista, así como el título de uno de los libros de la filósofa Elvira Burgos, Qué cuenta como una vida. La pregunta por la libertad en Judith Butler (2008), han inspirado el título de este texto. En este prólogo, parto de la idea de que la vida del/de la investigador/a, no sólo cuenta sino que, además, como señala Franco Ferraroti (1988) 3, 1 Ver <http://www.publico.es/culturas/carlos-saura-me-pone-enfermo-gente-habla-tumba- abierta-sentimientos.html>. 2 Diría que, de todas formas, su comentario adquiere todo el sentido cuando, en la misma entrevista, en referencia a la relación mantenida con sus seis hijos y su hija, apostilla: «Yo a los niños solo los quiero creciditos y en el cine. Cuando son bebés, como padre, los coges y no sabes qué hacer con ellos. Una madre sí lo sabe. Es algo que pertenece a la feminidad». Una frase que, leída en clave de género, no tiene desperdicio por esa diferenciación estereo- tipada y tópica de la maternidad/paternidad que hace con total ligereza mediante la cual, al final, pretende camuflar una justificación de por qué un hombre tiene derecho a no implicar- se en el cuidado de sus hijas/os. 3 En Blanco (2012:170). 8 Mari Luz Esteban 8 puede dar buena cuenta del fenómeno que esté analizando, tanto como del contexto histórico o cultural en el que investiga. Otra cuestión es cómo utilizamos esa información y, a ese respecto, habría diferentes alternativas, desde mostrar la propia experiencia más o menos desnuda, en un extre- mo, hasta en el otro, no explicitarla y aprovechar la reflexión suscitada en torno a la misma como punto de partida, contraste y/o sustento del análisis, a modo de respiración de la investigación. Eso sí, cualquiera de las diferentes opciones tiene que ser adecuada a los objetivos del texto o del producto que estemos elaborando. Y siempre teniendo claro que dicho producto tendrá tantas dosis de parcialidad como cualquier otro realiza- do desde cualquier planteamiento epistemológico, y que todo el proceso requiere de la misma distancia crítica y el mismo rigor teórico y metodo- lógico. Partir de la propia vida en un proyecto no es fácil. Como señalan Elisa Alegre-Agis e Isabella Riccò (2017), en su revisión de las autobiografías y autoetnografías generadas en las últimas décadas alrededor de lo que Oscar Guasch (2003) bautizó como la Escuela de Etnografía de Catalunya , la dificultad de este tipo de textos duplica al de una etnografía clásica. En las autoetnografías el autor tiene que ser capaz de contar su historia, o que la historia cuente con él para ser más comprensible, pero sin limitarse a la producción de un diario catártico. Las diferentes formas en las que se puede desarrollar el método permiten que el texto se enriquezca a partir de la in- teracción entre el sujeto que estudia y el objeto de estudio; la autoetnografía nace justamente allí donde se difuminan los límites entre ambas entidades. Cuando esto se consigue, la autoetnografía se convierte en una extraordinaria herramienta de diálogo entre el universo etic y el emic (Alegre y Riccò, 2017: 289). Aunque hay quien, como Néstor Nuño Martínez, uno de los autores de este libro, basándose en su etnografía en Indonesia con travestis feme- ninos, considera que diferentes experiencias que desbordan los límites emocionales del investiga- dor no tienen por qué dificultar su labor científica, sino que también pueden resultar útiles para percibir detalles y dinámicas ocultas que apuntalen dicha empresa [...] Gracias a esta fatídica y dolorosa experiencia 4 fui capaz de de- sarrollar un ejercicio de vigilancia epistemológica que me permitió discernir 4 Se refiere a la enfermedad y muerte de una de sus informantes mientras llevaba a cabo la investigación. 9 Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográ(ca de la investigación 9 la distinción entre ambos usos del concepto de comunidad, comprender las dinámicas y obligaciones de apoyo mutuo y solidaridad entre las waria, y rea- firmarme en la importancia de atender al sufrimiento personal como recurso útil en la práctica etnográfica. El sufrimiento de la antropóloga, por la afectación de una enferme- dad grave en el transcurso de su estudio de la enfermedad de Chagas, se convierte también en hito central del proceso descrito por Laia Ventura García. Un proceso que conlleva miedo y dolor intenso y que, al mismo tiempo, le produce vergüenza por la posición que había mantenido ante- riormente frente a las mujeres a las que estaba investigando, alimentada por una (falsa) seguridad derivada de la distancia existencial acorde con una forma concreta de afrontar la etnografía. Experimentar y relatar cómo se tambalea dicha posición a raíz de su enfermedad transforma radical- mente a la etnógrafa y, en consecuencia, desplaza radicalmente la etno- grafía: Necessitava explicar-ho per a fer visible la cara obscura de la lluna: perquè la vergonya porta al silenci i a la invisibilitat, i només trencant aquesta micropo- lítica de les emocions —en una opció no només personal sinó política— m’era possible alliberarme’n En todo caso, la estrategia autoetnográfica, cuyo nacimiento suele ubicarse en la años 70 del siglo pasado 5 pero que va ampliando su con- cepción hasta el presente 6 , tiene una virtud añadida, la de poder reflejar el pensamiento en su proceso de formulación. En la misma línea, evidenciar la propia experiencia puede ser un medio excelente de «acercarnos a las dimensiones políticas, económicas y culturales del fenómeno que inves- tigamos, como si de lo local a lo global se tratara, de lo individual a lo colectivo» (Mascia-Lees, 2011; en Guilló, 2013: 237). Ya que el relato de lo auto ha sido y sigue siendo una estrategia fundamental de los gru- pos subalternos para reformular su identidad, definida desde la otredad, y para la crítica social y cultural. 5 Aunque, como señalan Alegre y Riccò (2017: 282), anteriormente habría habido ya al- gunos antecedentes. 6 A este respecto se puede consultar la genealogía ofrecida por Mercedes Blanco (2012), en la que destaca la labor de autores como Carolyn Ellis y Arthur Bochner, citados en distin- tos capítulos de este libro. Ver, por ejemplo, Ellis y Bochner (1996). 10 Mari Luz Esteban 10 Cuando lo personal se pone en juego Alegre y Riccò hacen alusión en el artículo anteriormente citado a un comentario de Marc Augé y Claude Herzlich (1983: 34) en el que es- tos autores subrayaban que «escribir sobre salud, enfermedad y atención» pone en juego lo personal (Alegre y Riccò, 2017: 281-282). El volumen que estoy presentando, en el que participan investigadoras/es de distintos contextos disciplinares y geográficos, es una buenísima muestra de ello. En la antropología del Estado español, el campo de la salud y la en- fermedad es un área especialmente fértil para la producción autoetnográ- fica 7 . Narrar el padecimiento de una enfermedad en primera persona ha sido una práctica común tanto en literatura como en antropología, dando lugar a relatos de supervivencia, de interrogación, de resignificación y de resistencia, en los que las/os autoras/es reivindican su propia voz, indivi- dual y colectiva, redefinen su identidad y se constituyen en sujetos socia- les e, incluso, políticos. Un ejemplo lo tenemos en el capítulo de Victoria Fernández sobre su propio tránsito oncológico como enferma de cáncer de mama: La construcción de autoetnografías, de relatos en dónde nos sentimos auto- representadas, nutre la posibilidad de crear trayectorias que generan identi- dades contestatarias a los procesos normativos tradicionales. He encontrado en la autoetnografía una senda por la cual poder transcender los restringidos estándares o categorías que me imponen desde una visión monolítica sobre la vivencia del cáncer de mama [...] Este inevitable compromiso ético, involucra el reconocimiento de los sujetos/pacientes no como una categoría anónima o abstracta sino como sujetos políticos nombrados, impulsores de acciones revolucionarias, solidarios y esperanzados en la (re)significación de los mo- mentos más difíciles Marisa Paituví, otra de las autoras, va un poco más allá en su capí- tulo, y narra una experiencia de practice as research , definida por Caro Novella (2014) como un «proceso de investigación que lleva a nuevos conocimientos compartidos en los que la performance es el método y el resultado de la investigación, en que a través de la práctica se articulan 7 Donde encontramos, por ejemplo, el trabajo de Marta Allué (1996), sobre su experiencia como paciente tras un accidente que le causó quemaduras muy graves; o las reflexiones de Josep M. Comelles (2006) en torno a su propio proceso de convertirse de médico psiquiatra en antropólogo. 11 Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográ(ca de la investigación 11 los hallazgos». Paituví se implica en un cuerpo a cuerpo plural con Caro Novella y otras personas diagnosticadas de cáncer de mama, en el marco de Oncogrrrls, una iniciativa artístico-reflexiva en la que ella tiene además que afrontar su propia posición como investigadora no afectada por la enfermedad. Otro de los ámbitos fundamentales para la perspectiva autoetnográfi- ca es el del estudio de las relaciones de género 8. Dos campos, el de la salud/ enfermedad y el del género, que suelen presentar múltiples intersecciones, como podemos comprobar de manera más o menos directa en todas las aportaciones de este libro. No es en absoluto casual que las mujeres tengan una tendencia especial a apropiarse de esta perspectiva. A este respecto Jone M. Hernández García, autora de una tesis doctoral sobre el apren- dizaje del euskera (Hernández, 2007), cuyo análisis partía de sí misma, apunta en un artículo titulado «Auto/biografía. Auto/etnografía. Auto/ retrato» (1999): En el ejercicio autobiográfico, el ‘yo’ reflexivo cuestiona completamente la idea del observador/a como figura impersonal y ajena. Un cuestionamiento que pone en entredicho cualquier aspiración a la conquista de un cierto esta- tus de objetividad e irrefutabilidad para los/as científicos sociales. Un cues- tionamiento en el que mujeres, antropólogas y teóricas del feminismo han venido participando activamente al tiempo que reivindicaban la validez de otras formas de expresión y acercamiento a la realidad social censuradas en tanto que atribuidas al quehacer de las mujeres. Es el caso de géneros como los diarios, las memorias y la correspondencia epistolar, calificados hasta épocas recientes como subjetivos, intimistas y de escasa relevancia científica (Hernández, 1999: 53). Por su parte, Rosa María Medina Doménech (2012), basándose en Adela Pinch (1995), relaciona directamente la emancipación de las muje- res con el reconocimiento de la propia experiencia cuando afirma: «La his- toria de la emancipación de las mujeres puede contarse también como la historia del derecho ( entitlement ) a nuestros propios sentimientos» (2012: 187). El género pone en juego lo personal de una manera específica y ro- tunda, eso sí, siempre en articulación estrecha con otros factores de sub- ordinación social, como la clase, la etnia-raza, la sexualidad, la edad o la 8 El estudio de las relaciones de género, como especialidad temática pero también como modelo teórico. 12 Mari Luz Esteban 12 religión. La mujer, la antropóloga que se escribe dice, sin decirlo, «esta soy yo, aquí estoy, miradme, escuchadme»; reivindica para sí misma y para las otras la libertad y el placer de ser, de ser distinta(s); distinta(s) a cómo el sistema, la cultura y la propia disciplina la(s) construye, la(s) limita, la(s) alteriza; reivindicando la posibilidad de diversificarse y autotransformar- se, intentando dar(se) al mismo tiempo autoridad y definiendo un espacio y un tiempo para ella(s). Pero las aportaciones feministas no afectan solo a personas designa- das socialmente como mujeres. Enrico Mora reflexiona en su capítulo sobre su análisis del sexismo en un gimnasio: ... se me estaba escapando algo que no lograba modelar. La irritación me estimuló de forma efectiva porque mi trayectoria científica y personal hacía mucho que había incorporado lo emocional. Escuché mi irritación y quejido. Para ello desplegué de forma sistemática un uso técnico y metodológico de mis emociones para producir conocimiento científico, intentando combinar dos cuestiones que parecen incompatibles: tomar mis emociones como dis- positivo técnico de investigación y, al mismo tiempo, no caer en un conoci- miento auto referencial y experiencial que transforma el objeto de estudio en una autobiografía. Un yo, como subraya Fernández-Garrigo en su texto, que es des- centrado en el transcurso de la investigación: ... una praxis metodológica esencial para generar las condiciones de posibili- dad que permiten construir un lugar de encuentro con l*s otr*s, favoreciendo una apertura radical de la alteridad. Pero también, una práctica descoloniza- dora de nuestros relatos que ahonda en formas de conocimiento conscientes —y cuestionadoras— del ejercicio de poder-escisión que atraviesa la escritura científica hegemónica. Aunque, eso sí, nunca estaremos seguras del todo del éxito de nuestra empresa; y esto por dos razones fundamentales: porque la línea entre re- significar la propia trayectoria e identidad, resignificando y reconociendo al mismo tiempo la de las personas sujeto y objeto de nuestras investiga- ciones, por un lado, y/o reificarla, por otro, fijándola todavía más en esa matriz de desigualdad que se quiere desvelar y denunciar, es excesivamen- te fina; pero, sobre todo, porque comprender en toda su profundidad y complejidad un relato autoetnográfico requiere de una audiencia prepa- rada, entrenada en agudizar todos los sentidos, en atender pero, al mismo tiempo, ir «más allá» de la experiencia concreta que se está describiendo. 13 Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográ(ca de la investigación 13 Lo cual no se produce de manera automática, sino que requiere una acti- tud y un adiestramiento específicos por parte del público, que no siempre están garantizados. El cómo y el porqué del relato autoetnográfico ¿Cómo y por qué decide una persona hacer una incursión en este tipo de práctica o iniciarse en este camino? Las/os autoras/es de este libro nos dan algunas pistas para contestar a esta pregunta. Un punto de arranque común suele ser la curiosidad por explorar otras posibilidades teóricas y metodológicas, además del deseo de dar un giro a lo que se ha hecho hasta el momento. Y a esto suele añadirse la inco- modidad sentida respecto a distintas cuestiones, que pueden ir desde el no estar conformes con una mirada antropológica (o incluso feminista) que deja el cuerpo y las emociones, propias y ajenas, fuera de la investigación, hasta la necesidad de encontrar fórmulas más acordes con la evolución que va tomando un proyecto concreto. Esto último es lo que le sucedió a Serena Brigidi, que explica en este libro cómo la co-investigación con Guadalupe, una mujer-madre y amiga de ella, ha sido para ella la mejor estrategia para ir re-adaptando el conocimiento obtenido del estudio de la salud mental y las migraciones a la temática de las maternidades: «Un campo en el que mi cuerpo se había plasmado y acomodado, y en el que he encontrado con Guadalupe otra forma de hacer investigación y ser in- vestigadora» Esta incomodidad puede estar vinculada también con el malestar por el planteamiento de investigación clásico en algunos campos científicos, como el de las ciencias de la salud. Sara Elena Pérez Gil Romo relata cómo llevaba más de cuarenta años escribiendo artículos, capítulos e in- formes sobre nutrición en tercera persona cuando decidió dar un giro a su aproximación: Se trata [se refiere a la escritura en tercera persona] de un formato rígido, de supuesta objetividad, neutralidad y rigurosidad científica, esto es, siguiendo un formato de introducción, materiales y métodos, resultados y conclusio- nes. Sin embargo, este formato me empezó a incomodar coincidiendo con mi formación en ciencias sociales, pues cada vez era más consciente de que ese lenguaje, y en particular la tercera persona, establecía una distancia artificial y forzada entre las personas que participaban en mis estudios y yo misma. 14 Mari Luz Esteban 14 Y expone cómo al poner en relación su propia vida con la de las muje- res de las comunidades rurales con las que trabajaba, estas «dejaron de ser ‘las otras’ y ‘las diferentes’». Michela Accerenzi explica en su capítulo por qué comenzó su es- tudio del lugar de la menstruación en las políticas de desarrollo y coope- ración con su propia autoetnografía, y señala que dicho acto puede, en general, perseguir distintos objetivos: (1) explicitar el punto de partida y definir mejor el proyecto; (2) dar cuerpo a la investigación, mostrando cómo los cuerpos (también el cuerpo de la antropóloga) son «lugares de aprendizaje, resiliencia y resistencia»; (3) romper la dicotomía público/ privado, que es un eje fundamental de la crítica feminista; o (4) incluso in- tentar reequilibrar las relaciones de poder entre el/la autor/a y las personas que participan en el estudio. En esta misma línea, Miren Guilló Arakistain, una antropóloga que también investiga sobre políticas menstruales 9, identifica cuatro posi- bles niveles en la aplicación de la dimensión autoetnográfica, que podrían o no combinarse en una investigación: (1) Un primer nivel tendría que ver con el hecho de que el/la autora haya tenido una implicación directa con el tema de estudio previamente a la investigación. En su caso, haber coordinado talleres para mujeres y haber realizado instalaciones artísti- cas alrededor de la regla, lo que influyó en que, posteriormente, decidiera construir su objeto de estudio alrededor de ese tema. (2) Otra dimensión sería la propia experiencia fenomenológica de la autora, en su caso, como persona (a veces) menstruante; (3) una tercera opción estaría vinculada a cómo aprovechar vivencias propias de aspectos concretos que han ido surgiendo en el proceso; se refiere, por ejemplo, a la importancia que la espiritualidad fue tomando en su estudio, lo que la llevó a asistir a talleres o actividades donde había un trabajo específico al respecto. 4) Una última dimensión tendría que ver con la reflexividad sobre las relaciones entre vida-investigación-personas con las que investigas, como recurso funda- mental a lo largo de cualquier estudio. Por otra parte, la perspectiva «auto» te da la posibilidad de explorar y conjugar voces y papeles distintos en el/la autor/a: como antropóloga/o, como profesional de un área concreta —medicina, servicios sociales, en- señanza...—, como enferma/o, como madre-padre, como hija-hijo, como 9 Políticas menstruales alternativas ubicadas dentro y fuera del País Vasco. Ver, por ejemplo, Guilló (2013 y 2014). 15 Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográ(ca de la investigación 15 amante... A este respecto, es ejemplar la forma en que Marta Allué pone en interacción, en su libro Perder la piel (1996), «el binomio paciente-et- nógrafa, de forma clara y sin necesidad de neutralizarse» (Alegre y Ric- cò, 2017: 287). En el presente volumen, Nicoletta Landi reflexiona sobre las aportaciones de su rol múltiple como ciudadana, antropóloga joven y educadora sexual que trabaja a su vez con otras/os profesionales, en una investigación-acción ubicada en un centro de promoción de la salud se- xual dirigido a adolescentes de la ciudad de Bolonia: In the field of sex education and sexual health promotion, focusing (also) on the researcher’s (sexual/gendered) subjectivity can contribute to the deconstruction of the social representations and implications concerning (teenage) sexuality and, at the same time, indicate innovative ways to consider and to promote (teenage) sexual wellbeing. Y Patricia Vicente Martín describe en su capítulo con cierta ironía cómo, en su experiencia en Potosí (Bolivia), «la etnógrafa acaba siendo etnografiada, preguntada todo el tiempo, interrogada sobre su cuerpo y sus costumbres... vigilada corporalmente, de modo que se produce un “diálogo corporal”». Y se pregunta: «... si a través de mi cuerpo llegué al de los otros ¿qué razón hay para dejarle fuera? La curiosidad y vigilancia corporal que experimenté acabó hablando de cuerpos, o dejando que los cuerpos hablasen». En mi trayectoria como investigadora, la práctica autoetnográfica vino derivada de mi inmersión en lecturas relativas a la antropología del cuerpo 10 , a partir de las cuales adapté la técnica de los itinerarios corpo- rales, que me apliqué en primer lugar a mí misma (ver Esteban, 2004b). Una técnica que desarrollé posteriormente en el libro Antropología del cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidad y cambio (2004a), que provocó bastante interés en el ámbito antropológico de habla hispana, so- bre todo (diría) entre personas jóvenes 11 . Pero, como citaré en el siguiente apartado, hoy día me interesa sobre todo la exploración de las relaciones 10 A este respecto fueron fundamentales los trabajos de Iban Ayesta (2003) y Francisco Ferrándiz (2004). 11 En distintas ocasiones he insistido que dicha técnica no puede separarse de un marco teórico que, en mi caso, tiene a la antropología feminista como perspectiva fundamental, y que entiende el cuerpo como objeto y sujeto de estudio a la vez. Ha habido también un in- tento por mi parte de hablar de lo social, de lo colectivo, a través de la presentación de vidas individuales que, a veces, suelen quedar «troceadas» en los textos antropológicos. 16 Mari Luz Esteban 16 entre la antropóloga, las personas que participan en una investigación y los contextos sociales y políticos en los que ésta se desarrolla. En cuanto a mi tarea como docente, suelo recomendar a las personas a las que acompaño en la realización de trabajos de investigación que es- criban sobre su experiencia cuando el tema de estudio les afecta directa y específicamente, porque me parece una manera muy buena de dar co- mienzo a un proyecto. La escritura/reflexión autoetnográfica puede ser en esos casos un preámbulo privilegiado (independientemente de si el resul- tado aparece o no, o dónde, en el producto final), ya que te permite tra- ducir y combinar el flujo de la experiencia y el del pensamiento, así como comenzar a organizar el proyecto que quieres llevar a cabo. Introspección y vulnerabilidad como condición epistemológica Hay un aspecto que no he explicitado hasta ahora y con el quiero finalizar este prólogo. Una cuestión que se deja traslucir en todos los capítulos de este volumen. Considerar y/o escribir la propia vida como (una) fuente de conocimiento fundamental es también una forma de admitir y, simul- táneamente, de beneficiarse de la propia vulnerabilidad como persona y como investigador/a. El reconocimiento de la vulnerabilidad es condición para que el cuerpo del/de la etnógrafo/a se pueda convertir en agente de conocimiento, con una materialidad, como señala Fernández-Garrigo, «construida a base de carne, relaciones sociales, deseos, vísceras, emocio- nes, vínculos», que se puede desplegar a distintos niveles: marco etnográ- fico, objeto de estudio, herramientas metodológicas, actitud frente a las personas que participan en la investigación... En mi propio itinerario, he pasado de escribir mi propia experiencia en relación a la imagen corporal en los primeros años 2000, a ensayar hoy día, siguiendo la estela de autoras como Ruth Behar (1996), una es- trategia teórica-metodológica desde el cuerpo y con el cuerpo , un tipo de etnografía somática y vulnerable 12 , influida por autoras/es muy diversas/ os situadas/os en los estudios del cuerpo y de las emociones 13, en la que la 12 Ver, por ejemplo, Esteban (2015). 13 Entre las referencias que han influido o están influyendo en mi trabajo, además de Ayesta (2003) y Ferrándiz (2004), destacaría las siguientes: Butler (1993), Csordas (1993, 1994), Connell (1995), Mol (2002) y Mol y Law (2004). Pero también, la interrelación continua con colegas de la Universidad del País Vasco que tenemos marcos teórico-metodológicos 17 Prólogo. Vidas que cuentan. La dimensión autoetnográ(ca de la investigación 17 carnalidad puede ser objeto y sujeto del análisis de muy distintos fenóme- nos políticos, sociales y económicos. Para ello es preciso desestabilizar la supremacía de la aproximación visual y de mera escucha dominante en la ciencia occidental, y fijar la atención, aplicando todos los sentidos, en el “entre”, en la interacción entre investigador/a, personas participantes, ob- jetos, paisajes y contextos sociales, que son afectados y se afectan continua y mutuamente. Una antropología vulnerable se opondría, por tanto, a un plantea- miento épico, autónomo, omnipotente de la tarea investigadora, reivin- dicando esta como un procedimiento donde relacionalidad e interdepen- dencia 14 son claves, como lo son también el compromiso, la creatividad y la incertidumbre sobre el devenir de la propia investigación. Como señala Guilló (2013), haciéndose eco de Mascia-Lees (2011), «el relato de la autoetnógrafa se mueve fluidamente entre la experiencia encarnada, el “yo” vulnerable, lo social y lo teórico, implicando la propia historia en- tre procesos históricos y discursos académicos» (Guilló, 2013: 237) Las contribuciones a este volumen así lo atestiguan. similares. Ver, por ejemplo, algunos de los capítulos incluidos en el libro Etnografías femini- stas. Una mirada al siglo xxi desde la antropología vasca (Esteban y Hernández García, coord., 2018). 14 Judith Butler (2014) afirma que la vulnerabilidad es una condición constitutiva de los seres humanos, ya que no somos autosuficientes, sino que estamos expuestos al mundo, afir- mándose así «el carácter relacional de nuestra existencia» (2014: 49-50). 18 Mari Luz Esteban 18 Bibliografía Alegre-Agis, Elisa e Isabella Riccò (2017) «Contribuciones literarias, biográficas y autoetnográficas a la antropología médica en Espa- ña: el caso catalán». 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